Maximiliano Canteros tenía 11 años cuando se “recibió” de héroe el domingo 3 de enero de 1999. Ese día salvó a su primo, José Luis, de 12, cuando, gracias a los conocimientos que adquirió como scout, le hizo un torniquete en la pierna después de que una víbora le mordió cuando iban caminando con intenciones de pescar en una laguna al costado de la ruta 12, en inmediaciones de Villa Poujade (Posadas).
“Íbamos a pescar a una laguna que está atrás de (la empresa de transportes) Avelli. Estábamos caminando cuando, sin darme cuenta, yo le pisé la cola a una víbora y saltó, me hice a un costado y le ‘picó’ a mi primo José“, contó el pequeño a PRIMERA EDICIÓN al día siguiente de su “aventura”.
Agitado, como si estuviera viviendo otra vez la misma situación, agregó que “seguimos caminando unos metros, pero él se empezó a quejar de que le dolía la pierna. Entonces, le agarré de la mano y le dije que salte en una pierna, que iba a intentar sacarlo de ahí, pero en un momento me di cuenta de que ya no podía caminar y lo subí a caballito“.
Decidido, lo sacó a la ruta 12 y buscó ayuda en la primera casa que encontró, pero lamentable los dueños no lo quisieran atender.
“Sólo les pedí un poco de agua y que llamaran a la policía para llevar a mi primo hasta el hospital, pero me dijeron que no podían”, lamentó.
Maximiliano no se amilanó. Volvió a levantarlo sobre sus hombros, cruzó la ruta con su primo a cuestas y pidió ayuda a otra familia. “Pero antes, como José me decía que le dolía mucho la pierna, agarré una liñada que llevábamos para pescar y le hice un torniquete en la pierna, porque él lloraba y me pedía que no lo dejara morir”
La familia Alvarenga, que vivía cerca de la ruta, atendió su pedido y llamó a la policía, que con un patrullero llevó a los chicos al hospital.
Al ingresar en Pediatría, le colocaron suero a José Luis y quedó internado siete días en observación. La entonces directora del Pediátrico y años después vicegobernadora de Misiones, Sandra Giménez, manifestó en su momento a este diario que “aunque tardaron en traerlo, fue fundamental la ayuda que recibió“.
“Hay aproximadamente seis horas de tolerancia desde que la víbora muerde hasta que se le coloca el suero y éste dé resultados para que no haya secuelas”, precisó la médica.
“Tenía miedo de morirse”
Maximiliano recordó que su primo estaba muy mareado y “a cada rato me decía que tenía miedo de morirse. Yo trataba de tranquilizarlo, pero la verdad es que yo también estaba bastante nervioso“.
El médico le dijo que era una víbora pichón: “No sé de qué tipo era, pero me acuerdo que era chica y tenía la cabeza negra”.
Al momento del hecho, Maxi -fanático de River Plate- había pasado a quinto grado. Hasta cuarto fue a la Escuela 48 de Villa Lanús y ese año tenía previsto “mudarse” a la Escuela Nº1 Félix de Azara, en el microcentro de Posadas.
Junto a su familia, compuesta por su mamá Ramona y dos hermanas (Pamela de 14 y Fiama de 8), vivía en Villa Lanús.
Ese día su primo José Luis llegó desde su casa en el barrio Ñu Porá, en Garupá, para poder ir a pescar, tal como lo habían planeado hasta que apareció la víbora.
Inmediatamente Maximiliano fue a su casa a contarle a su familia lo que había ocurrido, y fue junto a su madre y hermanas a ver cómo estaba su primo en el hospital.
Contó que la primera reacción de su madre fue regañarlo, pero “yo le había pedido permiso para ir”, aseguró.