Este martes se cumplen 22 años de la misteriosa desaparición de la niña Andrea Silva (9) en la reserva forestal de Yabotí, donde su padre trabajaba en un obraje.
Todo lo que ocurrió aquel 26 de diciembre de 2001 en San Pedro y en los días posteriores no hace más que definir el caso como un verdadero misterio. ¿La chiquita fue tragada por el monte o hubo alguna otra circunstancia que nunca se dio a conocer?
El relato que se contó entonces fue que la nena se extravió en la selva mientras jugaba con sus hermanos y un primo. Su madre, Ramona Bogarín, se dio cuenta de que Andrea no estaba cuando llamó a los chicos para almorzar.
La niña, junto con su familia, se hallaban de visita en el campamento Forestal López en el interior de la reserva Yabotí.
Desde aquel día centenares de personas se introdujeron en la selva tras sus pasos. Durante más de dos meses, diariamente se organizaron cuadrillas de baqueanos y de policías que rastrillaron miles de hectáreas de monte. Se buscó en los cauces de los arroyos y en otros campamentos madereros de la zona, cerca del límite con Brasil.
Nunca dejó de ser llamativo el hecho que no se encontraron huellas o vestigios que pudieran indicar el rumbo que la nena tomó.
Ni los videntes, ni las autoridades ni los familiares hallaron siquiera el más pequeño indicio sobre Andrea. Es más, todas las hipótesis que surgieron en torno a la desaparición (búsqueda en casa de parientes, búsqueda en Brasil) fueron investigadas sin resultados alentadores.
En 2012, el caso pasó a la órbita de la Justicia Federal, que empezó a investigarlo bajo la carátula de “Trata de Personas”. Pero tampoco dio resultados positivos.
El caso Andrea Silva se convirtió en uno de los grandes enigmas policiales en la historia de Misiones que persisten sin resolución.