El solsticio de verano marca un momento de celebración, de honrar la luz y nuestra conexión con el sol y la tierra. Es una mágica y fructífera época de ¡prosperidad!
El solsticio de verano es el día más largo del año, lleno de luz y asombro durante estos meses cálidos, se nos guía a abrazar nuestro lado extrovertido y pasar tanto tiempo al aire libre como sea posible. Las semillas que plantamos en la primavera están literalmente dando frutos, tanto las semillas mentales como la de los cultivos, todo el verano es una celebración de la increíble generosidad de la Madre Tierra.
El verano es un festival de este fuego/ poder interior, poder que hace que la abundancia y el alimento crezcan a partir de pequeñas semillas.
El poder que lleva las cosas a la plenitud y expande e ilumina nuestras vidas, el calor del sol, los días largos y calurosos nos recuerdan continuamente lo bueno que es encontrar un equilibrio entre actividad intensa y horas de ocio.
El verano nos enseña a tener paciencia. La fruta es verde hasta que está madura y no la puedes apresurar.
Algo del ritmo lento y seguro del tiempo entrará en nosotros si lo dejamos; no podemos apurar las cosas, pero si nos relajamos y nos dejamos ir, las cosas alcanzarán su plenitud sin el esfuerzo del ego de nuestra parte.
Y mientras observamos la maduración, la floración y la fructificación a nuestro alrededor, no podemos evitar sentirnos conmovidos y agradecidos a la Madre Tierra, que nos da lo que necesitamos con tanta generosidad, por lo tanto es un momento perfecto para descubrir nuestra conexión con la Tierra, al recibir sus dones con respeto, tomar solo lo que precisamos y esforzarnos para minimizar nuestro impacto en el delicado equilibrio del planeta.
Y mientras vemos el campo horneándose con el calor, sentimos que el poder del sol quema y bendice, ayudándonos a sentir nuestros propios dones, nuestras propias habilidades especiales y a medida que maduran y crecen, tomamos conciencia que tenemos el poder para marcar la diferencia entre el crecimiento o la destrucción del mundo.
Nuestros antepasados construyeron enormes hogueras en este día para celebrar su conexión tangible con el poder vital de la inmensa estrella ardiente que mantiene nuestro planeta brillante, cálido y vivo.
Por lo tanto es buen momento de invitar al fuego a nuestras vidas, para quemar todo lo que nos ha quedado pequeño y todo lo que ya no nos sirve, permitiéndole al fuego hacer crecer en nosotros lo salvaje que nuestro interior ha anhelado.
Es un buen momento para recordar que nosotros, como el sol, tenemos el poder de nutrir y sustentar, que tenemos la responsabilidad de arder tan brillantemente como podamos.
Que el Sagrado Sol siga iluminando tus pasos.
Por Karina Holoveski
Mujer Medicina-Chamana.
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