La Navidad es un momento especial que trae esperanza, significado y oportunidad, para quien quiera o pueda vivirlo de ese modo. En medio de luces brillantes, regalos y efervescencia, nos vemos envueltos en un torbellino de actividades y distracciones, que a veces nos lleva puestos.
Es cierto que trae aparejada una especie de locura de gastos, luces, adornos, regalos, comida, encuentros, brindis y risas, y es porque necesitamos exteriorizar lo que vivimos. La alerta es no confundir lo externo con lo superficial, y creer que el alma se queda en eso. Nadie se queda en eso ni aun queriendo.
Además del brillo que hace su parte, la verdadera magia de la Navidad se revela en los encuentros genuinos, esos momentos en los que conectamos con otros de manera profunda y significativa. Esos encuentros del alma, que tocan nuestros corazones y nos recuerdan la esencia misma de la espiritualidad.
La Navidad es el momento de dar alegría a los que amamos, de compartir, de acompañar a los que lo necesitan, de agradecer la vida, de extrañar a los que ya no están, de desear el bien a otros.
La espiritualidad no se limita a rituales religiosos, sino que se manifiesta en la compasión, la generosidad y el amor desinteresado. En la capacidad de ser luz en la vida de los demás, de compartir alegría y consuelo.
La espiritualidad navideña está arraigada en la conexión, la comprensión y el apoyo mutuo. Es el recordatorio de que somos seres interconectados, cada uno con sus historias.
Cada conversación significativa, cada abrazo cálido y cada acto de bondad nos recuerdan la importancia de los vínculos y el reconocimiento de nuestra humanidad compartida.
¿Cómo has tocado la vida de los demás? ¿Cómo te han afectado los encuentros que has tenido? La espiritualidad se encuentra en estos intercambios, que aunque a veces nos desafían implican una oportunidad de ser mejores.
En la Navidad celebramos la audacia de creer que Dios habita entre los hombres; creer que es posible un mundo mejor; que nos será dada una segunda oportunidad ahí donde hemos fracasado dolorosamente; que podemos llegar a recibir abrazos de reencuentro; que los bienes pueden llegar a estar mejor repartidos en el mundo; que se nos descongelará el alma en aquellos rincones que hemos dejado enfriar; que floreceremos ahí donde estamos un poco secos.
La Navidad nos brinda la oportunidad de creer.
¡Muy feliz Navidad!
Colabora Valeria Fiore
Abogada-Mediadora
IG: valeria_fiore_caceres