En 1816, la reducción jesuítica de Corpus Christi fue atacada, saqueada e incendiada por las fuerzas paraguayas, provocando un éxodo de sus habitantes. Éstos lograron llevar algunas pocas pertenencias y figuras religiosas que se encontraban en el altar, entre ellas la Puerta del Sagrario: una pieza de madera que tiene la representación de un cáliz con el cuerpo de Cristo con llamas que grafica el nombre Corpus Christi.
La persona que llevó esta importante obra fue el sacristán de Corpus Christi, Blas Chapay, quien, junto al resto de los pobladores, tras la forzosa huida se asentaron en lo que es hoy la localidad correntina de Loreto. Chapay era un aborigen de la etnia mbya que fue educado, sabía leer, escribir y cumplió muchas funciones en Loreto, donde fue maestro y juez de Paz. Después, la Puerta del Sagrario pasó a manos de Blanca Chapay, descendiente de aquél.
A partir de todo ello, Julio Markiewicz, exconcejal de Corpus, envió un pedido al ministro de Cultura, Joselo Schuap, para que inicie las diligencias necesarias ante el Gobierno correntino para la recuperación de la pieza.
Dicho pedido también se asienta en que este año ya fue restituida al Centro de Interpretación de San Ignacio la piedra conocida como “Frontis 2”. Y respalda este pedido en que, en la actualidad, Corpus cuenta con un Centro de Interpretación del Conjunto Jesuítico Guaraní, el cual tiene un espacio apropiado para la conservación y exhibición que requiere la pieza en cuestión.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN, Julio Markiewicz contó que hace unos años viajó a Loreto y se encontró con Blanca Chapay, propietaria de la pieza histórica, y con el intendente de esa localidad, Orlando Maidana, con quienes habló sobre la Puerta del Sagrario, que “fue declarada patrimonio histórico de la provincia de Corrientes, pero en realidad pertenece a Corpus Christi”.
Luego de aquella reunión que Markiewicz realizó en su período como concejal -finalizó sus funciones el pasado 10 de diciembre-, presentó dos proyectos de ordenanza que fueron aprobados. El primero declara “de interés todas las gestiones tendientes a recuperar esa Puerta del Sagrario” y el otro es “un proyecto de hermanamiento con la localidad de Loreto, porque justamente compartimos mucho de la historia jesuita”.
Además, indicó que esta obra “no solo era la puerta donde se guardaba el cuerpo de Cristo (el cáliz y las hostias), sino que también representa nuestro nombre y todo el esplendor que alcanzó la cultura guaraní en cuanto a las partes y al trabajo manual, porque es todo tallado en madera”.
Es por ello que, antes de terminar su mandato, el funcionario se reunió con el Ministro de Cultura misionero, quien le solicitó que le acerque todos los antecedentes para que “pueda iniciar las gestiones a través del Gobierno de la provincia de Corrientes y ver si en algún momento podemos lograr que vuelva esa placa a la localidad de Corpus, donde ya tenemos el lugar necesario con la seguridad y todo lo pertinente para poder exhibirla en lo que es el Centro de Interpretación de las Reducciones Jesuíticas”.
En este sentido, el exconcejal indicó que este pedido se trata de “la continuidad de lo que ya se comenzó a hacer con el regreso de la piedra Frontis de San Ignacio: que todas esas piezas de lo que fuera el arte jesuítico guaraní y arte religioso, que están desperdigadas por muchos sitios de la Argentina, vuelvan a nuestra provincia”.
Por otra parte, destacó el trabajo que lleva adelante el Centro de Interpretación jesuítico de Corpus y el Museo Histórico municipal en el cuidado y promoción de estas piezas jesuíticas, no solo para los turistas sino también para la comunidad, “trabajando en lo que es la historia y contarlas en las escuelas primarias, secundarias y hacer que toda la población de Corpus se interese en mantener viva esa historia”.
Puerta del Sagrario de Corpus
“Esta custodia, que adornaba la puerta de madera de un tabernáculo, traída, como lo más valioso de su pueblo, por los prófugos de Corpus, representa un notable testimonio del arraigo de la fe del guaraní cristiano en la eucaristía”.
“En esta pequeña tablita, llamada aún hoy Corpus Christi, en el pueblo de Loreto, podemos comprobar una vez más que el escultor guaraní asimiló los nuevos recursos del estilo barroco los que no cayeron en una tierra virgen donde no había nada. Por el contrario, se unieron a una rica tradición propia, desarrollada a lo largo del siglo XVII, a lo que se agregó la enseñanza barroca de Brasanelli, que no arrasó sino que enriqueció la tradición misionera” (fragmento de “Imágenes guaraní-jesuíticas”) .