Todos nacemos con una luz única, tenemos dones que son propios y es nuestra decisión y responsabilidad, sacar todas las mantas que tapen esa luz, y dejarla relucir en su máximo esplendor.
Encender nuestra luz es una decisión consciente y también requiere de valentía, porque es animarse a ser todo lo que somos, implica tomar decisiones sin saber qué hay del otro lado, caer y levantarnos, pero sin perder la fe y el objetivo de desplegar todo el brillo que tenemos.
Encendemos nuestra luz cuando nos damos cuenta que nadie más que nosotros tiene la responsabilidad de hacernos felices y que el único permiso que necesitamos para volar es el nuestro.
Se trata de tomar el timón de nuestra vida, animarnos a concretar nuestros sueños sin importar la edad o las veces que pudimos haber fallado.
Encendemos nuestra luz cada vez que elegimos y nos damos cuenta que todo el tiempo estamos eligiendo, por tanto, empezamos a tomar conciencia de las elecciones que hacemos.
¿Qué personas están a nuestro lado? ¿con quiénes pasamos la mayor parte de nuestro tiempo? Jim Rohn dijo una vez: “Somos el promedio de las cinco personas que nos rodean” y esto resume la importancia que tienen las personas que están a nuestro alrededor.
Estas personas con las cuales compartimos nuestra vida, trabajo, proyectos, nos influencian y pueden potenciarnos o anclarnos, porque ellos influyen en nuestra forma de pensar, sentir y actuar.
Por ello es tan importante revisar cómo nos sentimos actualmente con las personas que están a nuestro alrededor, pareja, amigos, socios y ver en cada caso, si esa relación saca lo mejor de nosotros o por el contrario, nos limita.
Encender nuestra luz implica tomar conciencia que nuestras elecciones crean nuestra vida, por tanto, se trata de elegir a cada paso ya que son esas pequeñas elecciones de todos los días las que construyen parejas, trabajos, proyectos, amistades, y hasta como nos vemos físicamente.
Encender nuestra luz es animarnos a mostrarnos auténticos, ponernos en el foco y trabajar sobre nosotros con amor y alegría, fortaleciendo nuestra autoestima y dando pasos conscientes que nos acerquen a lo que queremos lograr.
Cuando estamos trabajando con alegría en nosotros mismos, cuando entrenamos cuerpo, alma y espíritu con el único objetivo de ser lo mejor que podamos ser, mágicamente, irradiamos una luz intensa, magnética, nos sentimos felices y sin darnos cuenta, nuestra luz ilumina a otros.
Natalia Moyano
Contadora con
corazón de escritora
[email protected]