Por undécimo mes consecutivo, el Índice de Ventas Minoristas PyME de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) registró en noviembre una dura caída con respecto al mismo mes del año pasado. En este caso, la comparación a precios constantes con respecto a octubre marcó un descenso del 2,2%, mientras que el acumulado del año es del 2,4% y el interanual, del 2,9%.
Si bien desde la CAME entienden que el clima electoral le puso una prudencia “extrema” al consumo, asegura que “lo que más incidió” en el declive de noviembre fueron las fuertes subas de precios, que generaron una pérdida clara en el poder adquisitivo del ingreso familiar.
Los sobresaltos cambiarios tampoco ayudaron a las ventas minoristas, porque “el dólar captó dinero que podría haberse volcado a ese consumo”, analiza la CAME.
Lo cierto es que el contexto político, social, cambiario y económico inflacionario se convirtieron en un cóctel explosivo que, por un lado, diluyó los alicientes de compra en formato de comercio electrónico que se celebraron el mes pasado (como el famoso Cyber Monday) y que en otras circunstancias habrían hecho repuntar la alicaída tendencia de ventas; y por otro, diluyó también el “plan platita recargado” que pergeñó el Gobierno nacional y terminó de inclinar la balanza electoral de noviembre del lado de la oposición.
Ahora será a ésta, encabezada por el presidente electo, Javier Milei, a la que le tocará generar las condiciones para que la economía cotidiana de los argentinos (y no solo la macro) rebote y se traduzca en poder (y querer) de compra.
Pero no parece contar con muchos resortes que pulsar a corto plazo y los que tiene a disposición (como los programas Ahora, que han demostrado gran utilidad en Misiones) no parecen muy de su agrado. Ni siquiera podrá -y hasta él mismo lo confesó- maniobrar mucho con la inflación, el peor enemigo actual del comercio, según la CAME. Pero igualmente hoy, a una semana del recambio, corresponde aferrarse de nuevo a la esperanza.