De la mano de Guillermo Michel, el cada vez más influyente funcionario a cargo de la Aduana, Sergio Massa dio luz verde para que se montara un operativo de alto calibre en la City porteña, justo un día después de que el dólar blue rompiese otro récord y el dato apareciera en casi todos los diarios de la Argentina, sean del AMBA o del interior.
Fueron 18 allanamientos en bancos y empresas, sobre todo estudios contables, en el marco de una causa en la que se investiga el posible delito de fuga de divisas por 400 millones de dólares a través de permisos de importación apócrifos. El espectacular operativo, que incluyó personal de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), Aduana y Policía Federal, alteró la actividad en el microcentro porteño, donde empezaba a tomar forma el escenario habitual, con arbolitos en cada esquina voceando la venta de dólares.
Buscan que los turistas les vendan divisas para después ofrecerlas a una cotización mayor a los compradores argentinos, y ganar con el spread. Lo mismo que ocurre en Venezuela desde hace más de quince años.
Según pudo confirmar iProfesional, los operativos de mayor porte se realizaron en los bancos Galicia, Supervielle y Patagonia. Pero también hubo visitas sorpresa en otra decena de entidades. El objetivo fue secuestrar los comprobantes respaldatorios de decenas de operaciones de comercio exterior que involucran importaciones por más de 400 millones de dólares.
Entre los banqueros, los operativos cayeron como una verdadera “patada al hígado”. No solo porque, sostienen, se los busca hacer quedar como los culpables de una película que se repitió muchas veces en Argentina. Si no porque algunos debieron dar explicaciones a sus casas matrices sobre la información que les llegaba a los dueños de esas entidades. Son los casos de Santander y BBVA, por ejemplo, dos bancos líderes con dueños en España.
A los banqueros, pero sobre todo a los cambistas, el operativo no les cerró. Creen que, como en anteriores oportunidades, en realidad se montó un show para tratar de paralizar las operaciones del blue imponiendo semejante presencia policial en las cada vez más transitadas calles del microcentro porteño.
Es que, a diario, en esas oficinas disimuladas se transan pilas de billetes, que convierten a la zona en cada vez más insegura. Si uno intenta comprar 1.000 dólares blue, este jueves debió llevar 843.000 pesos. Es decir, casi se debe ir con una carretilla para trasladar los billetes. Lo mismo ocurre si la operación es inversa y se quieren vender divisas. Los volúmenes de la plata argentina son enormes. Lo mostró al mundo el periodista admirador de Donald Trump, Tucker Carlson, cuando vino al país a entrevistar a Javier Milei, fue a una cueva a vender 100 dólares, y salió con pilas de billetes de cien pesos. El espectáculo, siempre prioridad. Y Argentina le da este espectáculo al mundo. Claro que del género drama.
Despliegue “sugestivo” y la reacción de la City
“Me pregunto si Massa hará de acá hasta las elecciones un operativo por día, porque es sugestivo que, ante un dólar desmadrado, se haga semejante despliegue”, dijo un cambista fogueado en mil batallas que, paradojas de este mercado, simpatiza con el ministro-candidato, pero es muy crítico de las últimas medidas económicas.
Lo contaba ya con un número clave en la mano: las operaciones con dólar MEP, el que utiliza sobre todo la clase media para pasarse a divisa dura, registró un récord de operaciones este jueves.
El MEP, que se compra a través del bono AL30D, movió 100 millones de dólares el jueves. Subió a 785 pesos. En la City miran con lupa las crecientes intervenciones del Banco Central. En la semana, ya rozan los 400 millones de dólares.
El Gobierno sigue sosteniendo, aunque cada vez con menos entusiasmo, que el dólar blue no mueve el amperímetro de la economía. Pero los estudios que se hacen sobre la compra-venta de divisas dicen otra cosa. “A los argentinos, lo que más los desvela es el valor del dólar. El nivel de búsquedas promedio sobre ‘dólar blue’ en septiembre de este año aumentó 135%”, señaló un reporte del IERAL, de la Fundación Mediterránea, la entidad que elaboró el plan económico elegido por Patricia Bullrich, con Carlos Melconian como potencial ejecutor.
Al menos, Massa logró el efecto buscado. Los arbolitos desaparecieron, y las oficinas donde a diario se intercambian millones de pesos con el mayor sigilo posible, tenían en su mayoría las luces apagadas. “Hoy no se trabaja”, fue la orden impartida desde temprano, cuando Michel ordenó a su aceitado equipo de prensa avisar a los principales medios que, a las 10.30, fueran a la sede del Banco Supervielle ubicada a metros de Avenida Corrientes, porque allí se presentaría parte de una nutrida delegación de efectivos.
Qué se llevaron de las numerosas entidades que visitaron, es un misterio, pero en teoría sería documentación vinculada con transferencias a cuentas de argentinos en los Estados Unidos, que se habrían beneficiado con estas importaciones truchas.
Allanamientos y algo más…
En el mercado blue, de lo que más se habló fue de los allanamientos. Enterados de que se venían por sus contactos en todos los niveles de Gobierno, las cinco grandes casas de cambio que operan en el mercado paralelo bajaron la información a todo el andamiaje del sistema, preparado como está para levantar campamento en forma rápida. Casi en paralelo, al inicio de los allanamientos, con gran despliegue de reporteros gráficos y canales de televisión, quienes manejan el mercado blue se habían evaporado de la City.
De inmediato se disparó la cotización de la divisa, a la zona de los 870 pesos. Tal vez en venganza por el operativo, un acuerdo no escrito entre los cambistas del paralelo intentó llevar el blue al simbólico nivel de 900 pesos. Fue ahí que el Banco Central salió a frenar con su poder de fuego, pero también con el de “manos amigas” siempre dispuestas.
Lograron bajarlo a 855 pesos, a cambio de generosos cinco millones de dólares colocados en ese pequeño, pero gravitante mercado, a la hora de formarse el humor financiero. Finalmente cerró el jueves a los 843 pesos, el mismo nivel del miércoles.
Con los bancos nutriéndose de billetes para el día después de las elecciones por temor a una fuerte salida de divisas, la preocupación en el sistema financiero es qué puede ocurrir precisamente ese día después.
La sensación es que el billete blue todavía tiene terreno para recorrer. Y los financistas parecen dispuesto a ir soltándole aún más las riendas a medida que el país se acerca al 22 de octubre próximo.
Ante un escenario tan complejo, Massa busca curarse en salud. Hizo llegar a sus medios amigos, que son muchos, un pedido concreto. Que no fatiguen las pantallas con la suba del riesgo país. El recuerdo de lo ocurrido a Fernando de la Rúa sigue fresco.
Pero ese riesgo elaborado por el JP Morgan parece no conocer de amistades. El jueves se disparó a 2.719 puntos. Lo mismo que decir que la Argentina está casi al borde de un default.
A pesar de la defensa de las Leliqs que ensayó en las últimas horas el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, los principales economistas de la oposición creen que esa deuda remunerada con tasas exorbitantes es una de las múltiples “bombas de tiempo” que deja este gobierno. En el mercado venían hablando de un nivel de deuda de unos veinte billones de pesos entre letras de liquidez y pases.
En forma sorpresiva, Pesce hizo trascender una columna de opinión en la que sostuvo que el Banco Central “interviene absorbiendo la diferencia a través de las Leliqs, que alcanzan los quince billones de pesos”, cuando en el mercado se las estimaba en veinte billones.
Así, el jefe del Central brindó aclaraciones sobre distintas variables clave del sistema financiero. Dijo que hay depósitos en pesos por 35 billones y que, más de la mitad (18 billones) son colocaciones a plazo fijo. A su vez, los préstamos al sector privado se ubican en 12 billones de pesos. “Esta diferencia expresa el desbalance entre la capacidad prestable y la demanda efectiva de crédito”, reconoció el jefe del BCRA.
Y salió a jugar en la campaña electoral al defender la política monetaria: “La forma virtuosa de resolver este desbalance entre capacidad prestable del sistema bancario y demanda de crédito es que el ahorro de empresas y familias se canalice hacia la inversión productiva”, explicó, y buscó abrir un horizonte de expectativas favorables al sostener que “en los próximos años, la limitación al crecimiento, originada en la restricción externa, se superará gracias al dinamismo exportador de sectores estratégicos como el petróleo y el gas, la minería, la agroindustria y los servicios basados en el conocimiento”.
“Asimilar la remuneración a las Leliqs al déficit fiscal es un error que puede conducir a políticas equivocadas, impidiendo la futura aplicación del ahorro local a la inversión productiva y al financiamiento del consumo”, dijo el presidente del BCRA, en esa columna que sorprendió a la City porteña.
Pesce no convence
Los argumentos brindados por Pesce no convencen a los principales consultores de bancos, empresas y fondos de inversión de la City.
Para Miguel Ángel Broda -un economista estrella que fue protagonista de la conversación económica durante los últimos cuarenta años-, el próximo gobierno deberá afrontar una “bomba de vencimientos de deuda en pesos”. La estimó en unos 80.000 millones de dólares, “solo en el primer año de la nueva administración”.
Pero Broda precisó otro dato que genera gran preocupación entre los inversores y explicaría la caída que vienen sufriendo los bonos soberanos en dólares: de ese total de vencimientos, 21.500 millones de dólares deberán afrontarse en el primer trimestre del año próximo. Es decir, el futuro ministro de Economía no tendrá tiempo siquiera de acomodarse en el quinto piso del Palacio de Hacienda. Deberá afrontar un muy exigente cronograma de pagos de inmediato.
Entre los expertos financieros hay críticas hacia la estrategia que vienen adoptando Massa y sus tres principales colaboradores (el viceministro Gabriel Rubinstein, el jefe de Asesores, Leonardo Madcur, y el secretario de Finanzas, Eduardo Setti). “Adelantar ingresos vía dólar soja y anticipos de impuestos, y patear pagos deja una herencia casi imposible de afrontar para la nueva administración”, explica Broda.
Solo en el primer trimestre del 2024 vencerán 11 billones de pesos (8,1 billones en manos de organismo públicos y 2,85 billones en bancos y fondos). Es equivalente al 13% del Producto Bruto esperado para el año próximo. Por eso algunos fondos de inversión intentan sondear al más alto nivel para saber si Javier Milei o Patricia Bullrich, en caso de ganar, podrían analizar un nuevo reperfilamiento de deuda, como el que aplicó Mauricio Macri en su momento. Los números son descomunales: en 2024 está previsto que venzan 60,5 billones de pesos, uno 80.000 millones de dólares.
Este es el desafiante panorama que están mirando quienes toman decisiones a diario en el mercado para obtener las mayores rentabilidades o, al menos, no salir perdiendo por mala praxis financiera. Son estos números los que justifican, según los especialistas, la suba de 65 pesos del blue en las últimas seis jornadas. La divisa en el mercado informal está en niveles récord (casi 850 dólares), y lo más complicado es que el contado con liquidación alcanzó también picos nunca vistos, lo que refleja la decisión de empresas y fondos de dolarizar carteras. El dólar CCL marca niveles récord. Llegó a tocar los 900 pesos este miércoles y anotó doce subas al hilo.
Pero el intento de posicionarse en dólares a medida que se aproximan los comicios del 22 de octubre no solo se nota en los jugadores de mediano porte o grande. Los pequeños ahorristas también buscan acceder al dólar bolsa (MEP). En especial se observa en las clases medias. Ante ese panorama, desde Banco Supervielle, por ejemplo, explicaron que está teniendo mucha demanda el nuevo botón que añadieron al home banking, que permite al cliente adquirir MEP a través de pasos muy simples.
Con un nivel de brecha cambiaria del 160%, hay cada vez más indicios de que el dólar CCL seguirá siendo foco de atención cuando asuma el próximo gobierno. Javier Milei, de los libertarios, dio una pista sobre qué variable sigue con atención en cuanto al comportamiento del billete verde. Cuando en un encuentro empresarial le preguntaron a qué tipo de cambio podría dolarizar, preguntó a cuánto estaba el dólar CCL, y dijo: “A ese valor”.
Si mantiene este paso, el dólar contado con liqui llegará en niveles súper altos a las elecciones. Y si la tendencia persiste -lo cual es “muy probable” según consultoras- podría alcanzar los 950 pesos o más en las horas previas a los comicios.
Un comportamiento similar se aguarda para el dólar blue: en lo que va del año sube 464 pesos. Es decir, duplica largamente los 346 pesos a los que se cotizaba al empezar el 2023. A este ritmo de ajuste diario, analistas calculan que rondaría al menos los 900 pesos cuando llegue la hora de ir a las urnas.
Pero hay otro dólar clave, que en las últimas semanas tiene cada vez mayor demanda y está muy vinculado al estratégico comportamiento de las clases medias. Se trata de la variante MEP, o Bolsa.
Experimentó un aumento de la demanda en los homebanking de bancos y Fintech, según confiaron a iProfesional referentes claves del mercado financiero. “El promedio de intervención diario por parte del Banco Central es de 30 millones de dólares -impacta sobre las reservas- y llegó a 720 millones de pesos en septiembre”, estimó Federico Glustein, un consultor financiero de referencia en la City. Este miércoles el BCRA debió poner 80 millones de dólares para evitar que todo se desmadre.
Este combo, representaría un dolor de cabeza mayúsculo para Massa, y para el 40% de la población que está en la pobreza sin chance alguna de defenderse ante semejante descalabro en los distintos dólares libres que meterá aún más presión para que suban los precios.
Para Christian Buteler -consultor financiero muy mediático-, el proceso de dolarización comenzó antes de lo previsto y presiona sobre los “dólares libres”, es decir el CCL y el MEP, y por supuesto el blue.
Consultado sobre qué puede ocurrir con el dólar mirando las próximas elecciones, el especialista del mercado financiero Gustavo Ber advirtió que “el proceso de dolarización preelectoral se está acelerando, tal como estaba previsto”. El agravante, explicó, es que hay un progresivo deterioro fiscal, y se mantiene la emisión monetaria a un nivel alto.
En el sistema financiero siguen con lupa un dato del que se suele hablar poco: si se desmenuzan las colocaciones de deuda que hace el Tesoro, la porción de letras y bonos a tasa fija cayó estrepitosamente del 86% al 8% en apenas cinco meses. Las escasas colocaciones de deuda realizadas sin que esté de por medio el coeficiente CER (inflación) ya se dispararon a una tasa nominal del 142% anual, una de las más altas del mercado y 14 puntos por arriba de lo que rinde un plazo fijo.
Justamente la estrategia de la Secretaría de Finanzas es criticada cada vez más fuerte por el FMI: en su último reporte, el organismo multilateral alertó sobre “tener cuidado para evitar la emisión excesiva de instrumentos vinculados al tipo de cambio, tasas de interés excesivamente onerosas y otras protecciones”. Y consideró que la estrategia de Massa puede tener “implicaciones negativas para la sostenibilidad de la deuda y el balance del Banco Central”.
Fuente: iprofesional.com