Durante los últimos días la Justicia dio varios pasos para el esclarecimiento del femicidio de Adriana Estefanía Dos Santos, la joven de 16 años hallada sin vida dentro de una heladera en un inquilinato de San Pedro. Mientras la policía detuvo al presunto autor a las pocas horas del hallazgo, hoy podría prestar declaración indagatoria frente al juez Ariel Belda Palomar quien investiga la causa.
En este contexto, el adelanto de autopsia determinó que la menor murió de varias puñaladas, pero no está confirmado ni la cantidad y tampoco el elemento utilizado, sería punzo cortante de acuerdo a las fuentes y lo más probable es que sea un cuchillo de mesa.
Hoy recién llegaría el sumario a la Justicia y detalles de la autopsia y pericias realizadas hasta el momento que permitan al instructor tener un mejor panorama a la hora de determinar qué imputación le correspondería al único sospechoso.
Ayer justamente el hombre fue trasladado al juzgado de San Pedro para designar abogado defensor, en este caso el representante de la Defensoría Oficial.
Fuentes en contacto con PRIMERA EDICIÓN confirmaron que alrededor de las 4 de ayer, el cuerpo fue entregado a sus familiares para la sepultura, que se concretó en el cementerio Parque de Paz de San Pedro y sin poder ser velado debido al avanzado estado de descomposición. Ese detalle, no menor, dio indicios a los investigadores que posiblemente la menor fue asesinada entre el 8 y 9 de septiembre, poco tiempo después de tener el último contacto con su progenitora cuando realizaron un trámite en el banco de San Pedro.
Lo que tratan de establecer aún es si la víctima y supuesto victimario se conocían de mucho tiempo antes, en qué circunstancias sucedió el homicidio y fundamentalmente el móvil, que podría estar relacionado a un delito contra la integridad sexual.
Tal como publicó este Diario, el caso salió a la luz el viernes, pero se descubrió el jueves por la noche y se manejó de manera sigilosa tanto en la Policía como en la Justicia. El olor a descomposición que emanaba de un monoambiente de la calle Chaco, en el barrio IMAS de San Pedro, obligó a que un cuñado del hombre que lo alquilaba abriera el lugar.
Allí se toparon con el peor escenario. Había un cadáver, envuelto con frazadas y dentro de una bolsa plástica, todo sujetado con retazos de cables de electricidad y acomodado en la parte baja de una heladera de dos puertas (con freezer) y que para asegurar que no se abriera sola fue sujetada con la cinta de embalar para encomiendas.
En la vivienda los peritos incautaron un par de zapatillas y ropa de mujer, principalmente una remera con manchas presuntas de sangre. En ese momento la madre de la víctima reconoció por fotografías estas prendas como las de su hija. Otro dato no menor es que hallaron pastillas, que fueron enviadas a analizar por peritos para establecer de qué tipo de fármacos se trata.
El acusado era considerado por los vecinos como poco comunicativo, no tenía oficio o trabajo estable y en el último tiempo estuvo ligado supuestamente a un taller mecánico, pero días previos al descubrimiento del hecho, no fue visto tanto en el inquilinato como en su trabajo temporal.
Al parecer el hombre tenía problemas de adicción y se había mudado hace dos meses a San Pedro desde San José, localidad en donde fue detenido cuando se escabulló en la vivienda de su madre.