“La persona juiciosa procura armonizar los deseos egoístas con el deseo del bien social realizando su yo superior”, nos decía el Maestro y Poeta Rabindranath Tagore en la lectura anterior.
Hoy nuevamente, luego de finalizar la práctica de Yoga y disfrutando en el ahora de sus profundos y benéficos efectos, nos sentamos para buscar la página señalada y continuar leyendo:
“Así se emancipa de sus limitaciones egoístas, emancipación que consiste: para nuestra naturaleza física, en hallar la salud; para nuestro ser social, en hallar la bondad; para nuestro yo, en hallar el amor cuya función verdadera es la extinción del egoísmo y conducirnos a la iluminación, al verdadero despertar, al gozo infinito de su luz”.
Una vez más nos inspiraba el Maestro desde las cosas de todos los días, con la ancestral sabiduría siempre vigente y manifestada en todos los tiempos y latitudes de nuestro planeta.
Entonces seguimos leyendo: “Nuestro yo evoluciona por la vía del yo aislado, que es independiente, hasta alcanzar el alma que es armoniosa. La coerción nunca podría conducirnos hasta esa armonía”.
También nos explicaba que hasta “hemos de poder gozar de la forma negativa de la libertad, que es la licencia, antes de poder alcanzar la libertad positiva, que es el amor”. Y agregaba que “nuestra voluntad egoísta goza de libertad hasta cierto punto; puede conocer lo que es apartarse del buen camino, pero no permanecer alejada de él indefinidamente, porque en nuestro aspecto negativo somos limitados.
Hemos de llegar al término de nuestras malas acciones y de nuestra carrera de discordia, porque el mal no es infinito y la discordia no puede constituir un fin en sí.
Nuestro ánimo goza de libertad para poder descubrir que su verdadera vía conduce a la bondad, al amor, que son infinitos, y solo en el infinito es posible la realización perfecta de la libertad”. Aquí cerramos el librito y nos retiramos serenos e inspirados caminando hacia la realidad cotidiana.
Namasté.