El Éxodo Jujeño fue uno de los hechos más trascendentes en la guerra contra España, no sólo para nuestro país sino también para la libertad latinoamericana, y fue la antesala de las vitales victorias de Belgrano en Tucumán y Salta.
Agosto de 1812. La independencia americana está en serias dificultades debido a numerosos reveses militares ante los ejércitos españoles. El triunvirato le ordena al general Belgrano, que estaba en el norte, retirarse hasta Córdoba para escapar de las fuerzas realistas al mando de Pío Tristán.
La decisión se debía en parte a que la fuerza española era muy superior a la patriota y en parte a cuestiones políticas ya que las provincias del norte estaban enemistadas con el gobierno central.
Ante la imposibilidad de la defensa de Jujuy y Salta, Belgrano comienza a organizar la retirada de las poblaciones, lo que se llamó “el Éxodo Jujeño”, que comenzó el 23 de agosto de 1812.
Es entonces que se emplea en Argentina por primera vez la táctica militar de Tierra Arrasada: retirarse llevándose todo lo posible y quemando o inutilizando lo que uno no se pueda llevar, para no dejar al enemigo nada que pueda servirle para reaprovisionarse o guarecerse.
Había que retroceder al sur llevándose alimento, armas, ganado y quemando todo a su paso.
Lo más natural es imaginar una fuerte resistencia por parte de los pobladores: a nadie en su sano juicio le hace gracia dejar sus pertenencias para seguir a un aventurero. Pero lo más sorprendente es que las crónicas de la época coinciden en que no hizo falta gran coacción para acatar la medida: aquella gente estuvo dispuesta a los mayores sacrificios si ello ayudaba a la causa de la libertad.
Siguieron a Belgrano con lo puesto, al sólo precio de una vaga esperanza.
Fuente: El Historiador