El 3 de julio de 2013 el Senado de la Nación sancionó la Ley 26.871 que declara al mate como infusión nacional, posicionando a la tradición argentina en lo más alto, otorgándole una destacada visibilidad.
El reconocimiento “vino a coronar más de 500 años de historia de la yerba mate y a complementar su extraordinaria versatilidad, en tiempos donde la innovación y la tecnología van ocupando cada vez más espacio, lo que demuestra que su potencial no tiene techo, sin que ello modifique lo esencial del mate: hace bien, a la salud y a nivel emocional”, reflexionó Juan José Szychowski, presidente del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM).
El mate “es por lejos nuestro mejor producto”, afirmó Jonas Petterson, director por la Producción, al frente de la Subcomisión de Promoción del INYM, orientada a sumar materos y fortalecer la presencia del producto en diferentes mercados.
“Ningún otro alimento genera tanto como nuestra yerba mate: como infusión está vigente hace más de 500 años y como actividad desde hace más de 100 años genera empleo y dinamiza la economía de la región, abriéndose paso en destinos impensados, dando continuidad al desarrollo”, agregó.
Más de cinco siglos de mates
El mate se consume en América desde la época prehispánica. La materia prima, la yerba mate (Ilex paraguariensis), es una planta originaria de la selva paranaense (que se extendía en el norte de Argentina y parte de Paraguay y Brasil). Fueron los guaraníes quienes descubrieron las propiedades de sus hojas, utilizándolas como alimento, medicina y ritual religioso, lo que derivó en lo que hoy conocemos como la infusión nacional.
Cuando los españoles llegaron a estas tierras (en 1492), lo adoptaron y popularizaron en el Virreinato del Río de la Plata. Más tarde, los Jesuitas, iniciaron (en el año 1609) las primeras plantaciones de yerba mate en las actuales provincias de Misiones y Corrientes (además de otros puntos en Brasil y Paraguay). En esta etapa aumentó el consumo y se estableció la comercialización, desde la zona productora hasta Chile y Perú y por los ríos Uruguay y Paraná hasta el puerto de Santa Fe, llegando también a Europa.
A partir de entonces, la costumbre, el acervo cultural del mate, se fue consolidando, aún con períodos de abandono de plantaciones (la primera, ocurrida a partir de 1769 con la expulsión de los Jesuitas) y crisis socioeconómicas, como la ocurrida a fines de la década del 90 e inicios del 2000, que impactó en la producción yerbatera, desencadenando movilizaciones históricas, los tractorazos y la creación del INYM.
En la actualidad, Argentina es el principal productor y exportador de yerba mate en el mundo. El año pasado fueron cosechados 829.237.261 kilos de hoja verde y el consumo alcanzó 316.113.503 kilos (275.809.497 kilos de kilos en el mercado nacional y otros 40.304.006 kilos en el exterior -se exporta a más de 50 países-), cifra similar al período 2021, cuando hubo récord de consumo (¡mateadas!), pasando de 5,90 kilos de yerba mate a 6,17 kilos por persona por año.
El Mate es identidad nacional. Es parte de la historia, marcando presencia en las acaloradas discusiones en la Casa de Tucumán, allá por julio de 1816, cuando se declaró la independencia; con José de San Martín, el Libertador de América, que lo exhibía para generar identidad con sus soldados; con Andresito Guacurarí, el único gobernador indígena, quien planificó un mercado y circuito comercial para la yerba mate con los pueblos originarios como principales actores y beneficiarios directos de la transacción.
Tradición que se actualiza
Un aspecto sobresaliente de la tradición es su actualización en packaging, accesorios y en la forma de consumirlo, embelleciéndolo, optimizando la experiencia y sumando a los jóvenes y a deportistas a la ronda del Mate.
A las variantes originales de tomar Mate (amargo / dulce o el veraniego tereré, con yerba mate tradicional, secada, molida y envasada sin otros componentes), se suman alternativas para todos los gustos.
El producto se destaca en variedad, versatilidad, innovación y tecnología aplicada. En esa línea, cabe nombrar bebidas energizantes y refrescantes, y cervezas a base de yerba mate; mezclas exquisitas que otorgan singulares sabores y aromas, que trasmiten buenas sensaciones; la incursión en el sector gourmet, con helados y bombones y el Mate que se calienta por conexión con USB y que evita que se “lave la yerba”,
Todo ello, acompañado por una producción que cada vez pone más el acento en el equilibrio ambiental (a tono con el temario mundial), y por estudios científicos que validan sus propiedades benéficas para la salud, respaldando su presencia en mercados con consumidores que exigen alimentos sanos y naturales, como la yerba mate argentina.
Por si fuera poco, la infusión nacional tiene grandes aliados a nivel mundial. Tan importante es, que siempre estuvo y está junto a figuras de trascendencia internacional como Diego Armando Maradona, el papa Francisco y Leonel Messi.
El mate hace bien. Está presente en la mayoría de los hogares argentinos. Además de ser un alimento funcional para la salud, es el “compañero” en cualquier momento del día y de la vida, en el trabajo o en la ronda de amigos; es la excusa ideal para una buena charla o para una pausa; es calidez; reconforta.
Siempre está, y ahora tiene un lugar exclusivo, la feria MATEAR, que se realiza en agosto (días 26 y 27) en La Rural, ciudad de Buenos Aires.