El 4 de julio de 1992, luego de una larga agonía por un accidente cerebral que sufrió en 1990, Astor Piazzolla fallecía en Buenos Aires. Hoy, a 31 años del silencio eterno de su bandoneón, jóvenes músicos imitan y llevan en alto el legado de su música.
La música de Astor Piazzolla es, sin dudas, una de las mayores expresiones artísticas que Argentina dio al mundo. Incorporando al tango un poco de jazz y un poco de música clásica, alcanzó un resultado formidable y, a la vez, innovador, sofisticando ese ritmo porteño y revolucionando sus conceptos.
Ya en las notas brindadas a los medios del mundo expresaba: “La música es como estar con la mujer. Lo dijo Bernardo Bertolucci, el director de cine que filmó ‘El último tango en París’. Pero yo ya me había adelantado. Bertolucci dice que el tango es un acto sexual. Yo digo que cuando estoy tocando el bandoneón le estoy haciendo el amor y así como lo toco suavemente también le doy un saque en el costado. Le pego así”.
Nacido el 11 de marzo de 1921 en Mar del Plata, Piazzolla comienza verdaderamente su carrera al participar como bandoneonista en la orquesta de Aníbal Troilo.
En 1952 gana una beca del gobierno francés para estudiar con Nadia Boulanger, quien lo incentivó a seguir su propio estilo. En 1955, Astor vuelve a casa y forma el Octeto Buenos Aires.
Su seleccionado de músicos -en una experiencia similar a la jazzística norteamericana de Gerry Mulligan- termina por delinear arreglos atrevidos y timbres poco habituales para el tango, como la introducción de la guitarra eléctrica.
Sobre los rockeros supo decir que: “A mí me gustan todos los que hacen las cosas bien, inclusive los rockeros. No tengo ningún prejuicio aunque toque tango y lo mío sea lo de Buenos Aires porque es la música lo que me atrae. Me interesa la gente que evoluciona. Los primeros en evolucionar fueron los Beatles”.
También explicó que “al principio era un cuarteto cualquiera pero supieron crecer con las letras, con la música. Sting hizo un long play cercano al jazz y evolucionó. Tiene unos temas famosos igual que Emerson, Lake & Palmer en su momento, o Mick Jagger y Phil Collins ahora. Es gente que no se queda. En Argentina fue importante Spinetta, Charly García no me emociona ni me asombra. Hay que ser genio para ponerse en genio”.
La presencia de Astor generó de entrada resquemores, envidia y admiración entre la comunidad tanguera. En los años 60 Piazzolla debió salir a defender a golpes de puño su música, avasallada por las fuertes críticas. La controversia iba a propósito de si su música era tango o no, a tal punto que Astor tuvo que llamarla “música contemporánea de la ciudad de Buenos Aires”.
Astor provocaba a todos con su vestimenta informal, con su pose para tocar el bandoneón y con sus declaraciones que sonaban a reto.
Sobre su popularidad dijo que “si quisiera ser popular tendría que simplificar y eso sería como vender el alma al diablo. Perdería. Rodolfo Mederos dice que Piazzolla es famoso pero no es popular y tiene razón. Popularidad es vender discos. Muchos discos. Fama es otra cosa, otro mundo”.
Agregó que “le doy la razón a Mederos porque mi música no está preparada para las grandes masas. Nuestro pueblo, en este momento, no tiene la sesera preparada para Piazzolla o para Borges, la tiene en el plan económico (Austral), en el bolsillo, en la deuda externa, en lo que va a venir. Pero no creo que me entiendan”.