Con respiraciones suaves y profundas, disfrutando de la paz y el bienestar que nos ha brindado la práctica de Yoga en lo físico, mental, emocional y espiritual, permanecemos sentaditos unos minutos más en el ahora para compartir la lectura habitual, plena de mensajes profundos, hermosos y muy oportunos para transitar los acontecimientos de nuestro mundo de hoy.
“El ser humano progresa de época en época hacia la plena realización de su alma –nos decía el Maestro y Poeta Rabindranath Tagore-, de esa alma más grande que todas las riquezas acumuladas por él, que todos los actos realizados por él, que todas las teorías elaboradas por él, esa alma cuya marcha ascendente no es detenida jamás por la muerte ni la desolación”.
Insistía en que “grande es la desnudez del ser humano e innumerables sus necesidades hasta que adquiere verdadera conciencia de su alma. Hasta entonces el mundo se le presenta en un continuo estado de flujo y reflujo. Pero para quien ha hecho de su alma una realidad, el universo tiene un sentido concreto, en torno del que puede ordenarse todo el resto. Sólo entonces puede hallar y disfrutar la bendita felicidad de una vida armoniosa”.
Por eso el Maestro nos recordaba que si bien “los yerros y las faltas cometidas no fueron mínimos ni insignificantes, todos sus padecimientos y errores carecerían de sentido si el ser humano no pudiera llegar a sentir en sí esa profunda felicidad del alma, que brinda su divina energía a prueba de sufrimientos y demuestra, por medio de la renunciación, su inagotable riqueza al continuar expandiendo su conciencia en busca de una unidad cada vez más elevada, acercándose cada vez más a la verdad central cuya unidad lo abarca todo”.
Entonces, como veremos en una próxima lectura, “el objetivo del ser humano es encontrar al Uno que está en él, que es su verdad, su alma, la llave que abre las puertas de la vida espiritual…”. Namasté.