El debate sobre la dolarización de la economía argentina llegó a niveles inéditos en un año electoral.
No es la primera vez que sucede, pero en esta oportunidad el tema interpela a todas las fuerzas políticas al calor de la crisis económica y desde que el diputado de ultraderecha Javier Milei lo impulsa como el eje central de su campaña proselitista.
El tema tomó mucha más fuerza la semana pasada, cuando los principales precandidatos opositores expusieron en el Foro de Llao Llao.
En ese contexto, la fundación FundAR elaboró una investigación sobre el impacto negativo que podría tener esa medida económica en un país como Argentina: una licuación de los ingresos y una paridad con el dólar de 7.070 pesos.
El estudio fue realizado por los economistas Emiliano Libman, Juan Martin Ianni y Guido Zack, que forman parte del equipo de investigadores de la fundación que preside Santiago Ceria.
El trabajo sostiene que sólo 17 países del mundo tienen gobiernos que han tomado la decisión de “reemplazar la moneda nacional por el dólar de manera oficial y en sus tres funciones”.
Estos son: Samoa Americana, Islas Vírgenes, Ecuador, El Salvador, Guam, Timor Oriental, Islas Marshall, Micronesia, Palaos, Islas Marianas del Norte, Puerto Rico, Islas Turcas y Caicos, Islas Vírgenes, los territorios británicos del Océano Ínidico, Bonaire, Saba y San Eustaquio.
La enumeración demuestra que, hasta ahora, ningún país del tamaño de Argentina ha avanzado en la dolarización de su economía.
Para hacerlo, dice el informe, “hay que resolver al menos dos problemas fundamentales: canjear todos los pesos de la economía por dólares y alinear los flujos de ingresos y egresos del sector público”.
Ahí es donde viene el momento crítico del proceso, porque hay que definir “el tipo de cambio al que se haría la dolarización”.
Para eso “será necesario dividir la cantidad de pesos en la economía por las reservas internacionales en el Banco Central”.
Impacto
El documento de FundAR hace un relevamiento de la evolución de las reservas: “Al inicio de marzo, las reservas netas eran cerca de US$ 2.300 millones”. A partir de esa cifra surge un primer cálculo incompleto que empieza a demostrar el impacto que podría tener.
“Si se quisiera reemplazar únicamente la base monetaria, es decir, el dinero circulante, que actualmente es de 5.542.210 millones de pesos, el tipo de cambio de conversión sería alrededor de 2.280 pesos por dólar”, señala el informe.
A ese cálculo le faltan los pasivos remunerados del BCRA, es decir, las Leliqs. Son títulos para absorber pesos de la economía que rinden interés.
Al respecto, el estudio indicó: “Los depósitos de la sociedad argentina tienen como contrapartida los pasivos remunerados. Entonces, si además de la base monetaria se quisiera convertir estos pasivos, que son $11.017.136 millones, el tipo de cambio ascendería a 7.070 pesos por dólar. En ambos casos implica un fuerte ajuste y una pérdida considerable del poder adquisitivo”.
Luego vendría la segunda fase. “Consiste en alinear los ingresos y los gastos del sector público”, pero “al no poder imprimir su propia moneda, cuando el gasto público sea mayor a su ingreso, las opciones serán contraer deuda, aumentar los impuestos y reducir el gasto”.
“Volatilidad económica”
El documento refleja una tensión muy presente en el escenario electoral de este año. “Quienes defienden este camino presumen que el sólo anuncio de la dolarización y las reformas necesarias para aplicarla serían suficientes para restaurar la confianza de los mercados internacionales en la Argentina y genera una lluvia de inversiones que evite este déficit”, repasan los autores.
No obstante, advierten que “la experiencia de Ecuador, Panamá y El Salvador muestra que la situación es más compleja”.
En estos países “la dolarización ha exacerbado o al menos no ha contribuido a reducir la volatilidad económica” y además “no elimina la posibilidad de incurrir en situaciones de déficit fiscal y endeudamiento insostenibles, por lo que tampoco implica una mejora en las condiciones de financiamiento del sector público y privado”.
En el análisis de los requerimientos para una dolarización exitosa, el estudio se pregunta “¿por qué estabilizar la economía renunciando a la moneda nacional cuando podría hacerse fortaleciéndola?”.
La pregunta busca resaltar que para avanzar con ese proceso “hace falta reducir el déficit fiscal y comercial a niveles financiables, acumular reservas internacionales, alinear tipos de cambio y tarifas (precios relativos) y hacer una política de ingresos para frenar la inercia, ya que de mantenerse puede provocar una inflación residual en dólares que mine la competitividad”.
Tras resumir esas condiciones adicionales, los investigadores aseguran que estos puntos “no son diferentes a los requeridos para un programa de estabilización con moneda propia”.
Promesa libertaria
El diputado nacional Javier Milei señaló que el dólar se ubicará al valor del mercado mediante el método que plantea, a un costo de $480, que coincide con el promedio del CCL, que es la tasa del mercado “negro” actual.
El político resaltó que su idea es implementar un sistema de competencia de monedas y que, con base en la historia de la economía del país, los ciudadanos se inclinarán hacia el dólar.
De esta manera, propone la liquidación del Banco Central en dólares y desmiente que el país quede sujeto a la política monetaria de la Reserva Federal, ya que puede cambiar la moneda gracias al sistema de competencia.
El diputado hizo un análisis del dinero que hay en el país, que alcanza los $17 billones entre la base monetaria y las Leliqs, y mencionó que si el dólar promedio se toma a $500, se necesitarán menos de US$ 30.000 millones para “rescatar” ese dinero y limpiar el balance del Banco Central.
Para esto, Milei afirmó que el principal acreedor del BCRA es el Estado, que le debe US$ 75.000 millones.
Además, confía en que se puede lograr una rentabilidad del 50% en los bonos argentinos.
Para Milei, la liquidación de la deuda mejorará el perfil de solvencia del Estado y criticó a sus colegas del Congreso a quienes llamó “la madriguera”; al señalar que han aprobado un déficit presupuestario de 30.000 millones de dólares y que siguen financiando la joda fiscal que aumenta la deuda en lugar de tomar una deuda para cancelarla y así terminar con la inflación que afecta a los ciudadanos argentinos.