Esta semana se conoció el conflicto en torno al descubrimiento de una nueva especie de araña saltarina en el país. Una investigadora correntina y otro grupo de Misiones son los que se disputan este hallazgo, aunque si bien se dijo que se trataba de la Akela Scaloneta, en realidad es otra llamada Zygoballus Chekokué, que pertenece a la misma familia de arácnidos.
Los medios correntinos y PRIMERA EDICIÓN hablaron con María Florencia Nadal sobre su proceder ante la Justicia alegando “apropiación de descubrimiento”. Ahora, este medio, se comunicó con Gonzalo Rubio, el principal señalado por la investigadora, quien dio su versión de los acontecimientos.
Rubio ratificó que fue subdirector de Nadal en su trabajo de tesis de doctorado por la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE), por ser especialista en arañas saltarinas. “Ella tenía un estudio de ecología de comunidades en la provincia del Chaco involucrando a estas arañas como el elemento biológico para el estudio. Yo asesoraba en la identificación de esas especies”, sostuvo.
No obstante, aseguró que se desvinculó de la investigadora ya en 2021 por diferencias en los modos de trabajar y que por lo tanto desconocía el avance del trabajo. “Quiero resaltar esto porque dejé de estar al tanto de lo que ella hacía, me desentendí de su tesis, de los materiales involucrados. Seguí mi camino cumpliendo con mi trabajo en mi institución y estaba convencido de que ella seguía con su tesis de ecología de comunidades, que es una temática que no contempla en su objetivos la descripción de especies nuevas”, remarcó.
La araña de la disputa
“La Zygoballus Chekokué, la encontramos en el sur de acá de Misiones, en la parte trasera de donde habita, en Candelaria, uno de mis colegas que es autor de esta publicación. Esa misma especie tiene una distribución más amplia, no solo está en el sur de Misiones, sino también en los Esteros del Iberá. Esa es la especie que da la casualidad, también tenía esta colega incluida en su tesis”, repasó el hombre cuyo descubrimiento y publicación de esta y otras seis especies, fue en conjunto con Julián Baigorria y Cristian Stolar.
“Entiendo que se ha generado una frustración en el trabajo de ella porque nosotros publicamos y ella ya no tiene la chance ni la posibilidad de publicarlo. Y esto lo dimos a conocer sin saber, sin tener la más mínima idea de en qué estaba trabajando. Cuando nosotros ya teníamos enviado el manuscrito, ahí se generó el conflicto, pero ya estaba en revisión a punto de ser aceptado”, se explayó Rubio.
Según lo relatado a este medio por el investigador que trabaja en la Estación Experimental de INTA de Cerro Azul y pertenece al Grupo de Investigación de Saltícidas Argentina (GISA), al enterarse de que Nadal también incluía como descubrimiento en su tesis a la Zigoballus Chekokué, le propuso bajarla del documento a publicar y elaborar otro en conjunto y en coautoría con los otros investigadores, pero ella se negó.
“Recibí una negativa rotunda e intransigente sobre ese tema, me dijo no, porque esa araña era de su tesis. Hay grupos especializados y uno trabaja en red y ahí sí se llega a un acuerdo. Pero no se trabaja aisladamente porque puede pasar esto, solapamiento de esfuerzo, una investigación que se pisa con la otra”, relató.
Y continuó: “Eso pasa mucho en la ciencia, lo que no pasa nunca es salir a los medios ante una frustración de este tipo a decir calumnias, injurias, agravios y acusaciones de esa magnitud hacia algún investigador. Me está afectando de una manera bastante importante en mi ética, mi moral, mi reputación con colegas”.
En ese sentido, señaló que está asesorado por un abogado que lo guía en los pasos a seguir. “Recién ahora estoy hablando porque tengo la necesidad de que se conozca la otra parte. Pero en realidad lo importante es defenderse en los medios judiciales, que son los canales correctos para esto”, aseguró.
Remarcó que hace diez años que él y sus colegas de investigación forman parte del GISA, tiempo que hace que se encuentran estudiando este tipo de arañas. “Cuando hay ya un grupo que tiene muchos antecedentes en el tema, si alguien va a entrar a trabajar, puede hacerlo y está en su derecho, pero lo ideal es contactarse y ver qué es lo que están haciendo los otros para no llegar a esta instancia de pisarse”, sumó.
“Todos tenemos derecho a describir las especies que encontramos, nadie es dueño de las especies. No sé qué es lo que va a denunciar o qué es lo que quieren usar. No hay propiedad intelectual acá, no hay plagio, no hay nada publicado que se haya robado. En la descripción de nuestro trabajo no debe haber una letra y una palabra igual a la que supuestamente ella tiene escrita”, aseguró.
Respecto a la Akela Scaloneta, que fue furor mundial por el nombre en honor al Seleccionado Nacional de fútbol, campeón en Qatar 2022, remarcó que es una araña que se encuentra solamente en Misiones, habita precisamente en los pastizales del sur de la provincia.
El descargo de Rubio compartido con otros colegas
Tras haberse asesorado con su abogado, Rubio decidió expedirse en una carta que envió a la comunidad científica aclarando las acusaciones de María Florencia Nadal. Conocidas ambas partes, ahora toda la cuestión quedará en manos de la Justicia, que será la encargada de poner fin a este conflicto y, posiblemente, llegar a un acuerdo.
“Ha surgido una situación que me afecta directa y recientemente, algunos colegas estarán al tanto y otros colegas no. Pero lo que se conoce representa una parcialidad, y por eso ante tantos agravios volcados en los medios y redes sociales hacia mi persona siento la necesidad de salir a defenderme. Y ahora es el momento. Siento mucho tener que escribir por un tema de este tipo”, comienza diciendo la carta.
Y continúa: “Una colega me está haciendo daños casi irreversibles o al menos que pueden durar mucho tiempo sobre mi reputación, moral y ética. Está haciendo públicas serias acusaciones, diciendo que yo he robado sus descubrimientos, específicamente la descripción de una especie de araña que fue publicada en mi último trabajo (Rubio et al 2023)”.
La misiva continúa diciendo: “Estoy con la conciencia tranquila porque he actuado correctamente, con ánimo de colaboración y buena voluntad, proponiéndole retirar de mi manuscrito la especie en cuestión para publicarla en otro Journal en coautoría con ella misma. Pero recibí una rotunda e intransigente negativa. Lo siento por ella, creo que no ha comprendido el funcionamiento de la ciencia, y que no somos dueños de las especies. Pero lo que más siento es el daño que está haciendo a mi familia y a mí con sus calumnias e injurias en los medios”.