Rogelio Britez (43) estuvo desaparecido una semana, más precisamente desde el domingo 12 de este mes, cuando su patrón lo fue a buscar a la chacra y no lo encontró.
El empleador radicó una denuncia y se activó una búsqueda que tuvo su peor desenlace el domingo pasado a las 11.30. Fue cuando hallaron su cadáver dentro de un pozo de agua de 12 metros de profundidad, en la misma propiedad donde trabajaba la víctima, ubicada en el paraje El Pesado, a 10 kilómetros de la zona urbana de San Antonio.
Tras extraer el cuerpo, en un arduo trabajo a cargo de personal de bomberos y que se extendió durante siete horas, se pudo establecer (mediante examen médico) que el hombre fue asesinado.
Se encontraba en avanzado estado de descomposición (con un tiempo probable de muerte de entre 6 a 7 días). No obstante, el facultativo de la fuerza detectó que presentaba cuatro puntazos compatibles con arma blanca: uno en el rostro, otro en la yugular, otro en el pecho y uno en la espalda. Por orden del juez instructor, en ese caso del Juzgado de Puerto Iguazú, Martín Britez, se llevará a cabo la autopsia correspondiente en la Morgue Judicial de Posadas. La identificación en tanto, la hizo ante la policía el hijo del fallecido, un joven de 19 años, domiciliado en Bernardo de Irigoyen.
Si bien por el momento no hay una hipótesis certera respecto a los pormenores del hecho, fuentes del caso confiaron que estarían tras los pasos de un individuo que no sería de la zona.
Además, no se descarta que el peón rural pudo ser víctima de un robo y que, al conocer al autor y tal vez pudiendo reconocerlo, lo habrían asesinado en las cercanías. Se cree que tal vez la persona con la cual salió de la chacra pudo haberlo engañado y, tras ganarse su confianza, le sustrajo la motoguadaña; teniendo en cuenta que los testigos no vieron que la víctima saliera forzado de su lugar de trabajo. Otra conjetura es que arrojaron el cuerpo al pozo durante noche, para evitar testigos. En ese sentido, los peritos tratan de establecer dónde fue atacado mortalmente.
Pistas
A partir del hallazgo del cadáver, los investigadores comenzaron a reconstruir los últimos días de la víctima, en busca de alguna pista que permita dar con él o los autores del homicidio. El dato más sólido con el que cuentan los pesquisas, hasta el momento, lo aportó el patrón de Britez, el hombre que no lo encontró aquel domingo 12 de de marzo.
Se trata de un agricultor de 60 años, domiciliado en el barrio Primavera de San Antonio. En su denuncia y tras no encontrar a su empleado, habría dicho que es propietario de una chacra en el paraje El Pesado, donde Rogelio Britez, al que conocía con el apodo de “Negro”, era su peón.
El trabajador rural se encargaba del cuidado de los yerbales, entre otras cuestiones. Ese domingo, a las 10, el denunciante no encontró a Rogelio, con el cual quería dialogar; y, según habría relatado, constató que ya no se hallaba en su vivienda y que le faltaba una motoguadaña y algunas prendas de vestir.
Preocupado por la ausencia de su empleado, habría agregado que averiguó con los vecinos sobre su paradero, donde estableció que su peón salió ese mismo día de la chacra, llevándose objetos personales y la citada herramienta, en compañía de un individuo de identidad y características desconocidas.
A partir de esta información, comenzó una búsqueda por la zona que no dio resultados hasta que, finalmente y debido a unos olores nauseabundos que salían de un pozo de agua, intervino la policía.
Fue recién el domingo pasado, poco antes del mediodía, cuando personal del cuerpo de bomberos de la fuerza decidió descender a las profundidades y fue allí que encontraron el cadáver.
Mientras, los investigadores reúnen la mayor cantidad de testimonios posibles para que puedan ayudar a esclarecer el crimen. Britez era oriundo de Dos Hermanas y residía en la mencionada chacra, donde se encargaba de tareas rurales desde hacía un tiempo.