La contracción de los créditos para el sector privado tanto para individuos como para empresas dejan al desnudo un dato duro de la realidad: la economía se está enfriando.
De la mano de la renovada escalada inflacionaria y la consecuente pérdida del poder adquisitivo, la actividad económica muestra claros signos de contracción. Lo aseveran los datos de febrero (los créditos bancarios a empresas y particulares cayeron 2,3% en febrero, en relación a enero último), pero las proyecciones indican que la situación tiende a empeorar siempre que Economía no logre poner un freno a la inercia de los precios.
En la actualidad, los préstamos destinados al consumo son los que más crisis denotan. Dos factores confluyen para que así sea: los límites que los bancos les ponen a sus clientes para la utilización de las tarjetas de crédito; y que los topes no se actualizan al mismo ritmo que la inflación.
Por el lado de los créditos personales, la contracción se argumenta en la suba de las tasas de interés, que hacen que un crédito personal cuesta al menos un 200% anual (costo financiero total).
En paralelo a estos datos internos, una calificadora de riesgos crediticios internacional indicó que América Latina es la porción del mundo emergente donde las perspectivas de crecimiento son más débiles. Moody’s Analytics remarcó que “China impulsará la recuperación, pero las perspectivas difieren marcadamente entre regiones” y puso a la nuestra a la par de África.
Moody’s sostuvo que, a raíz de “las tasas de interés reales a corto plazo más altas en más de una década, el gasto del consumidor disminuyó con grandes correcciones en Chile y Colombia y caídas más modestas pero notables en México, Brasil, Perú y Argentina”.
Las proyecciones de la calificadora coinciden con los datos internos acerca de la contracción de los créditos para el sector privado tanto para individuos como para empresas.
Todo indica que la actividad económica va camino a enfriarse siempre que la inflación siga sin control, algo a lo que nos estamos acostumbrando.