Forenses del STJ y peritos de Policía Científica detallaron circunstancias determinantes del femicidio de Horacelia Génesis Marasca (16). Las voces no dejaron dudas e incertidumbre ante los camaristas del Tribunal Penal 2 que juzga a Martín Fernando Monzón (39) como autor de “homicidio calificado por el vínculo”, ocurrido en agosto de 2015 en un departamento de la zona oeste de esta capital.
Abrió la jornada Juan Antonio Salvador Galuppo, médico integrante del Cuerpo Médico Forense del Superior Tribunal de Justicia, quien participó en la autopsia de los restos en avanzado estado de descomposición de Horacelia.
Remarcó de su labor que se registraron una serie de lesiones vitales (producidas cuando la víctima estaba con vida), por ejemplo: heridas con sangrado o hemorragia en la boca, con pérdida de dientes y traumáticas en la cabeza y nariz. Destacó que las lesiones en el tórax, tres puntazos de cuchillo con un solo filo, también fueron con “la víctima viva y una resultó fatal, la que le atravesó el esternón y el corazón”. Además, recordó que los golpes registrados en el pecho y cabeza correspondieron a lograr anestesiar la resistencia o defensa de la víctima.
Apoyado con una proyección digital, Daniel Darío Balmaceda, licenciado en criminalística e integrante de la Dirección Policía Científica, detalló el allanamiento ordenado por el juez Ricardo Walter Balor al departamento 3 del edificio A de la chacra 150, de Villa Cabello, escenario del crimen, el 26 y 27 de agosto de 2015 y el rescate (28 del agosto) de los restos de Horacelia arrojados en dos alcantarillas de la zona Oeste.
En el inmueble fueron secuestrados ropa y cuchillos con presuntos rastros de la víctima, y se tomaron muestras de las manchas que reaccionaron positivo al luminol, en cuatro de los cinco ambientes. “La sala principal fue el lugar donde se registraron más manchas de sangre humana”.
En el cruce de las avenidas Kolping y Centenario, a metros del mirador del río Paraná, hallaron dos bolsas en un caño de 1 metro de diámetro del desagüe pluvial. Una de ellas contenía la pelvis de Horacelia, la restante el tórax. Sobre la costanera Oeste entre las avenidas Tambor de Tacuarí y López y Planes encontraron dos bolsas más con restos de la víctima, en un resumidero de desagüe al arroyo Mártires.
Una compañera de Balmaceda, la bioquímica Patricia Fabiana García, fue la tercera en declarar y aseguró que el cuchillo de carnicero secuestrado que dio positivo al luminol, luego en laboratorio se comprobó que tenía rastros humanos.
La pieza clave de los testimonios ayer fue la médica Silvia Carolina Lanzos, también ntegrante del Cuerpo Médico Forense, quien elaboró y firmó los informes y conclusiones de la autopsia. Explicó las lesiones detectadas: los tres cortes en el pecho, entre el esternón y costillas, fueron con un cuchillo con filo de un lado y romo del otro, que coincide con el del carnicero secuestrado. Sobre dos de estas tres lesiones, aclaró que la que le atravesó el corazón, (catorce centímetros cruzó desde el hueso esternón) fue la letal; pero la otra herida que atravesó entre los costales y rozó el saco pericardio del corazón también habría resultado determinante para el óbito.
“No pudo ser una herida accidental. Para ello el cuerpo tiene que caer con mucha fuerza sobre el cuchillo fijo y la víctima caerle encima desde una altura que genere la fuerza suficiente para cruzar el hueso esternón y costillas, y llegar al corazón. En este caso, atravesarlo”.
Lanzos resumió que las heridas vitales alcanzaron el pecho, brazos, rostro y cabeza. Puntualizó que por los golpes, Horacelia perdió dientes; dos incisivos superiores y uno inferior; que el sangrado en la boca, por ejemplo, en los alvéolos dentales quedó registrado, lo que ratifica que fueron lesiones pre mortem.
Sobre el desmembramiento del cadáver sostuvo que “el cuerpo fue desarticulado; una labor prolija que se necesita mucha fuerza y no menos de una hora de trabajo para sacar miembros superiores e inferiores de manera limpia con un arma con mucho filo. No había huesos rotos ni astillados”.
La defensa de Monzón intentó contrastar con la versión forense en cuanto a que Monzón declaró en Instrucción que las lesiones de nariz y boca rota, como las lesiones restantes en la cabeza correspondieron al momento en que el acusado arrojó las bolsas a las alcantarillas mencionadas por Balmaceda. Lanzos despejó de inmediato el intento: “Si eso hubiera ocurrido así, los dientes habrían sido hallados en la boca o en la bolsa, y sólo un incisivo roto le quedó incrustado en la boca”.
El juicio continúa hoy con más testigos citados; entre ellos Norma Benítez, madre de Horacelia y quien denunció violencia previa de Monzón hacia su hija.