A medida que pasa el tiempo y vamos quedándonos más grandes suceden muchos cambios en nuestro cuerpo y en lo que necesitamos.
Cuando somos jóvenes tenemos más tolerancia, podemos pasar horas trabajando y pareciera que el cansancio no llega y la energía sobra. En cambio, al ir avanzando en la vida vamos necesitando unas cosas y soltando otras, porque ya no podemos vivir de igual manera.
Nadie te enseña a vivir, a pesar de nacer en una familia y que alguien se ocupa de nosotros. Nadie puede asegurar que si haces esto te va a ir bien y si haces lo otro no, porque en realidad no se sabe.
La vida está llena de incertidumbre. No sabemos y eso nos asusta. Por eso queremos controlar todo y, al querer controlar todo, la vida se vuelve agotadora.
Negamos el paso del tiempo como si fuera algo malo, un lugar adonde nadie quiere ir; pero la vida va pasando e inevitablemente llegamos a ese lugar -a veces-, sin darnos cuenta.
Mirando hace algunos años la película “El cambio”, el Dr. Dyer dice: “Totalmente desprevenidos entramos en el atardecer de la vida y, lo peor de todo, es que nos adentramos en él con la falsa presunción de que nuestras verdades e ideales nos servirán a partir de entonces. Pero no podemos vivir el atardecer de la vida con el mismo programa que la mañana, pues lo que en la mañana era mucho en el atardecer será poco, y lo que en la mañana era verdadero, será falso”.
Cuántas cosas eran verdaderas para nosotros; sin embargo se vuelven falsas, y cuántas cosas eran mucho al ser jóvenes y después se vuelven pocas. Pensemos en nuestra vida, ¿cómo te sentís hoy con la edad que tenés?, ¿qué cosas no harías más? o ¿qué cosas hiciste como verdaderas y ahora te das cuenta de que son falsas?
¡Pasamos mucho tiempo pensando y poco sintiéndonos! A veces ni registramos el cansancio de nuestro cuerpo o la necesidad que tenemos. Solo hacemos cosas todo el día como un robot, sin conciencia.
Muchas veces necesitamos sentir la limitación física para darnos cuenta que los años han pasado y, aun así, veo personas que no se dan cuenta de que están llegando al atardecer de su vida, y siguen viviendo como a la mañana.
Hoy te invito a reflexionar en este tema. ¿Sentís miedo de llegar al atardecer de tu vida? ¿Qué cosas no aceptás? ¿Qué cosas necesitás y no te estás dando?
Muchas preguntas profundas para sentirlas. Buscá las respuestas que están dentro tuyo en el silencio y la meditación.
Bendiciones.