Casi siempre, lo que te lleva a juzgar al otro son las emociones negativas. Las has llevado dentro por muchos años. Es todo un arte saber si debes callar antes de hablar por venganza o enojo, o si debes hablar para protegerte o proteger a otros.
Ese límite tan tenue hace que te inclines hacia un lado u otro sin estar realmente consciente de sus efectos.
Y al no ser consciente existen dos disyuntivas desfavorables: o te callas y aumentas la energía estancada, o la liberas a través de palabras cargadas de ira u odio.
Estas emociones negativas se encuentran arraigadas en tu interior sin que lo sepas. En ese caso, expresas lo que sientes, pero no dices la verdad.
Por otra parte, resulta indispensable liberarse de los grandes silencios, porque siempre son creadores de bloqueos y enfermedades, pero si decides hablar sin haber neutralizado todas tus emociones negativas, romper tu silencio no va a beneficiarte ni beneficiar a otros.
Si no neutralizas tus emociones negativas, sacarás un veneno antes silencioso, y sufrirás las consecuencias de tal acción. Los entrelazamientos kármicos vendrán a ti.
El límite entre la verdad y el juicio es extremadamente frágil, porque depende de tus emociones.
Callar verdades te hace daño, pero puedes expresarlas sin juzgar ni criticar. Recuerda que callar por miedo también te entrelaza con otros seres.
Existen silencios basados en el miedo, el control y la manipulación, y estos también te enlazan kármicamente, provocando bloqueos en tu persona.
Así pues, ¿cómo ver la diferencia entre decir la verdad y juzgar?.
Primero debes sentir si lo que estás callando te está haciendo daño. Si es así, entonces debes analizar tus emociones.
Si son negativas, neutralízalas utilizando herramientas cuánticas. Considera si guardas silencio en beneficio tuyo y de los demás, o si lo haces porque temes represalias o te atenazan los miedos.
Al hablar podrías prevenir que ocurra algo negativo que sobrevendrá si te mantienes en silencio.