Cuando ya te hayas cansado de caminar hacia afuera.
Cuando tus ojos estén llenos de haberlo visto todo.
Cuando ya no necesites nada porque nada de lo de afuera puede llenar el espacio interno.
Cuando tu corazón se haya resquebrajado una y otra vez porque nada ni nadie te puede dar el amor que estás buscando.
Cuando el mundo se apague una y otra vez, y aparezca esa ola de dolor inmenso que te impide respirar, prueba ir hacia dentro. Prueba poner la mirada en ti.
Prueba, tu ser está esperando.
Sí, prueba ir hacia dentro.
Cuando ya nada de afuera te seduzca.
Cuando cesen los deseos porque ya no son una tentación.
Solo en ese momento podrás volver al interior.
Esa, nuestra luz interna jamás se apaga y espera. Espera hasta que volvamos a buscarla.
Aunque pienses que dentro ya no hay nada, ¡vuelve!. Vuelve hacia dentro porque “yo soy” te estará esperando.
Yo soy siempre estuvo, nunca se fue.
Yo soy eres tú.
Yo soy es el luchador que sale adelante.
Yo soy es la voz que te habita.
Yo soy es el que te está esperando para acunarte.
Yo soy nunca muere.
Yo soy es la fuente de amor incondicional.
Yo soy es el que lucha las batallas en silencio y se conquista a sí mismo.
No tienes que buscarlo porque nunca se fue.
No tienes que llamarlo porque siempre está.
Es la fuente inagotable de vida.
El yo soy que está en mí, también está en ti, porque yo soy es todo.
Todo lo que nos une, todo lo que crece, todo lo que conecta, ama, expande.
Yo soy te está esperando. Vive en silencio, nos habita.
Como un río subterráneo corre por nuestras venas, es el espíritu que recorre nuestro ser.
Yo soy.
Yo soy aquello, yo soy, y cuando lo encuentres dentro, aquello que también es yo soy te hará sentir que tú eres él, porque Él es todo.
Somos aquello habitando nuestro propio “yo soy” que se manifiesta a modo de luz, amor, voluntad, comprensión, inteligencia, ¡despierta!
Cuando dejes de correr afuera, “yo soy” estará allí y tú te habrás encontrado.