El Índice de Incertidumbre Económica elaborado por la Universidad Católica Argentina (UCA), hecho público en las últimas horas, vuelve a ser lapidario: en enero se registró un fuerte aumento en los niveles de incertidumbre económica.
Después de cinco mejoras consecutivas entre agosto y diciembre, desde el “pico” histórico que había generado en julio la renuncia de Martín Guzmán como ministro de Economía en adelante, el indicador vuelve a crecer justo al inicio de un año electoral que se prevé complicado para todos.
De hecho, los responsables del informe atribuyen este “rebrote” de incertidumbre entre los argentinos a la cada vez mayor preocupación por la inflación, cuyo registro de enero se conocerá hoy pero que ya adelantaron -incluso desde adentro mismo del Gobierno- que será peor que el del mes anterior, rompiendo de forma drástica las previsiones (o al menos las expectativas) del oficialismo para sostener sus chances de reelección.
Lo cierto es que el valor del Índice de Incertidumbre Económica en enero fue de 60,4. Esto implica un notable aumento de 33,6% con respecto a lo observado en el mes anterior y se ubica como el cuarto valor más alto de la serie histórica.
Más allá del protagonismo de la inflación, también influyen en este resultado las dificultades financieras del sector público y la inestabilidad en el mercado cambiario. Pero tampoco hay que desdeñar el papel del propio Gobierno a la hora de “engordar” (involuntariamente, por supuesto) esos números: los dos principales “picos” de incertidumbre del mes pasado coinciden, según el informe, con el anuncio de que el Sindicato de Camioneros se sumaría al control de precios en comercios y con la polémica definición del presidente Alberto Fernández respecto a la inflación “autoconstruida”.
Por ahora, los eslóganes de “precampaña”, los mensajes optimistas y la estrategia de ver siempre el vaso medio lleno no está dando al Gobierno el resultado esperado, sino todo lo contrario.