Los frentes y partidos tradicionales no escapan tampoco a su “tradición” de pelearse en duras internas para llegar al poder. Y en ese conflicto de intereses, enfrentan a un oficialismo abatido en la consideración de la gestión nacional, para cosechar los votos de los “pichados” con los habitantes de la Casa Rosada.
En Juntos por el Cambio, con un radicalismo que no parece mover la aguja nacional, la “pelea” parece estar entre el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, Patricia Bullrich y posiblemente Mauricio Macri. A su vez, en los distritos como Misiones, la puja por quién será cabeza de fórmula para el 7 de mayo sigue en etapa de indefiniciones, cuando la renovación ya tiene a sus candidatos definidos hasta para octubre. “Juntos para la foto” pero después, divididos.
En el kirchnerismo, la indefinición de “la Jefa” alienta a figuras como Daniel Scioli, Wado de Pedro o el gobernador bonaerense Axel Kicillof. Y el escaso “albertismo” pelea con el “cristinismo” por ver quién está adentro o afuera del Frente de Todos, en lugar de ocupar esas energías en gestionar una mejora para el pueblo.
En ambos grupos, las críticas internas abundan en un escenario de poco diálogo político para abordar lo que en realidad le interesa al electorado: sacar al país adelante, comenzando por la economía (o la inflación puntualmente).
Una reciente encuesta de Zuban-Córdoba y Asociados, reflejó opiniones de los participantes del estudio, que fueron muy contundentes. Primero, ningún dirigente nacional cosecha más de 40% de imagen positiva; la desaprobación al Gobierno nacional es del 69%; casi la mitad cree que la inflación subirá; y un 84% cree que la dirigencia política debe dialogar más.
En medio de tantos problemas cotidianos (empleo, poder adquisitivo, etc), es evidente que la mayoría no quiere más problemas, sino soluciones surgidas del consenso.