Durante los últimos años ha estado en auge el debate acerca de qué ventajas consideran los argentinos al momento de emigrar hacia otro país. Aunque generalmente son jóvenes quienes eligen vivir esta experiencia, también hay familias con niños pequeños que deciden fijar otro punto de partida lejos de su núcleo.
Algunas personas prefieren viajar y establecerse por algunos meses, conocer la forma de vida en otros lugares fuera de Latinoamérica y conseguir un trabajo temporal. Este justamente es el caso de Alejandro Méndez, de 27 años, quien junto a su pareja Verónica son parte de un grupo de diez amigos y amigas -todos oriundos de Jardín América- que decidieron concretar el objetivo de viajar y trabajar en otro país, actividad comúnmente conocida como “work and travel”.
“Somos un grupo de diez jóvenes, todos tenemos entre 27 y 32 años. En 2021 comenzamos a pensar la posibilidad de irnos al exterior a trabajar y nos pusimos a investigar cómo hacerlo. También indagamos en páginas que brindan información específica sobre esto y así surgió la idea de viajar a Nueva Zelanda”, recordó Méndez en diálogo con este medio.
Consultado acerca de la razón que los motivó, Alejandro reconoció que por un lado, buscan algún beneficio y bienestar económico -como la posibilidad de ahorrar- y por el otro, conocer otras culturas: “Es una cuestión diversa, al ser joven uno quizás quiere abrir la cabeza, aprender otros idiomas, experimentar. Todo el grupo tenía ganas de hacerlo y de ahí surgió el entusiasmo y el esfuerzo que le pusimos a este objetivo”, precisó.
Formas de irse a otro país, ¿y quedarse?
Méndez relató que estuvieron atentos a los avisos de “cupos de visas para argentinos” que Nueva Zelanda lanzó en 2022. Por lo general, habilitan mil visas para Argentina, pero excepcionalmente pusieron a disposición dos mil (la primera tanda en mayo y la segunda en septiembre) porque a raíz de la pandemia, en 2021 no habían podido habilitarlas.
“Algunos completaron los formularios en la primera instancia y yo pude hacerlo en la segunda. Si bien hay varios países que tienen convenio de ‘working holiday o work and travel’ con el nuestro, optamos por Nueva Zelanda porque es bastante accesible: el límite de edad es hasta 35 años; no es un requisito excluyente no saber inglés y hay muchas oportunidades laborales, porque es un país que habitualmente recibe a latinoamericanos”.
En este punto, el misionero aclaró que se trata de un país que “está creciendo” y necesita mucha mano de obra. “Lo cierto es que podés ir con un trabajo en vista, porque todo el tiempo publican ofertas, o llegar y conseguir allá. Hay trabajos no calificados que los nativos generalmente no quieren hacer, entonces los extranjeros que van de manera temporal para trabajar los aceptan”.
Según enumeró Alejandro Méndez, las actividades laborales más frecuentes son la cosecha de kiwis, cerezas y cítricos de distintas temporadas. También la labor en las granjas y en construcciones. Oficios como carpintería y pinturería son otras de las opciones entre diversos rubros. “Aunque también necesitan médicos y gente dedicada a la programación”, agregó.
En cuanto a la posibilidad de permanecer en el país luego de que se termine el tiempo vigente de la visa (entre 12 y 15 meses), el joven indicó que muchas personas buscan que las empresas que las contratan les sirvan de “sponsor”, y les garanticen la continuidad del trabajo viviendo en ese país; sin embargo, esto no siempre sucede.
Preparación previa
Durante dos años el grupo de amigos se preparó para emprender el viaje. Primero y principal, debían ahorrar para cumplir con los requisitos de ingreso a Nueva Zelanda: “El visado por supuesto tiene un costo, hay que contar con el pasaporte al día, tener los pasajes, seguro de viajero y, como requisito principal, te piden un fondo para que estés asegurado en el caso de que no consigas trabajo inmediatamente. Al menos al momento en que nosotros comenzamos a gestionar todo, hablamos de entre $800.000 y 1 millón de pesos para ir, si te organizás con tiempo y vas adquiriendo lo necesario”, sugirió.
Respecto al alojamiento, Alejandro opinó que lo más conveniente es contar con alguna reserva antes de viajar, aunque “conseguir una casa de alquiler es muy complicado”. Por eso, durante los primeros meses la mayoría de los extranjeros “vive en hostels comunitarios o algunos privados”.
Como se ha mencionado, saber el idioma no es un requisito estricto para permanecer en Nueva Zelanda, los jóvenes que viajarán hicieron cursos de inglés y algunos se prepararon con profesores para adquirir al menos una formación básica.
Lo difícil de emigrar
Si bien el entrevistado aclaró que en principio no considera quedarse a vivir definitivamente en otro país, admitió que tanto a él como a sus amigos les gustaría cumplir el tiempo de estadía que permite la visa en Nueva Zelanda, regresar a Misiones a encontrarse con sus familias y en un futuro cercano, volver a vivir una experiencia similar.
“Si hablamos de objetivos lo ideal sería trabajar en el exterior en la medida de lo posible. Este sería nuestro primer paso para emprender el proyecto de vida al que apostamos”, apuntó.
Alejandro, quien en la actualidad vive en Posadas, opinó que irse a otro país -aunque sea temporalmente- tampoco es una decisión simple y que debe tomarse a la ligera: “A mí me costó mucho. Lo pensé una y otra vez, yo tengo un trabajo estable acá en Argentina y son varias las cuestiones que hay que considerar, y la mayoría de nosotros está en la misma situación”.
Sin embargo, luego de evaluar las ventajas y desventajas de vivir la experiencia de viajar y establecerse en otro país, Méndez dijo que priorizaron esta oportunidad para, de alguna manera, aprovechar su juventud.
“Ninguno de los diez tiene hijos todavía o alguna situación que requiera mayor responsabilidad, tenemos nuestros trabajos, nos costó pero logramos ahorrar lo suficiente para viajar. Soy vendedor en una empresa y varias veces hablé con clientes u otras personas que me cuentan que se arrepienten de no haber viajado en otro momento de sus vidas. Por eso pienso que esta es una oportunidad única; claro, te puede ir bien o mal, pero al menos vale intentarlo”, reflexionó Alejandro.