La historia de cómo y por qué una joven cordobesa de 25 años llegó a la provincia hace cuatro años, resulta inspiradora para muchas otras que están atravesando un mal momento, más aún si éste se relaciona con adicciones, depresión y conductas suicidas, algo que continúa siendo muy frecuente en el país y en el mundo.
Así sucedió con Milagros Villegas, que llegó desde Córdoba capital a Misiones para recuperarse de lo que ella misma denominó “mi peor momento”.
“Vine hace cuatro años y medio cuando tenía 20 años, para internarme en la fundación Reto a la Vida. En realidad, mi hermano mayor estaba internado hacía dos años ahí; entonces vinimos con mis papás a visitarlo. Pero una vez aquí me encontré con que yo también tenía mucha necesidad y me terminé quedando. No fue nada planeado”, comenzó narrando Milagros a PRIMERA EDICIÓN.
Reto a la Vida es una fundación cristiana sin fines de lucro que, con sede en varias provincias, se aboca a rehabilitar personas que atraviesan adicciones.
“Mi hermano vino a Misiones exclusivamente para eso; y yo vine a verlo teniendo problemas con adicciones, depresión y estando en tratamiento psiquiátrico. Es decir, nada bien”, detalló.
Fue ahí que, al ver la mejoría de su hermano, Milagros sintió la necesidad de quedarse.
Según la joven, anteriormente había probado terapias psiquiátricas y psicológicas para recuperarse de las adicciones, pero seguía muy deprimida. Tanto es así que “yo venía a Misiones a despedirme de mi hermano porque tenía pensamientos suicidas. Yo pensaba que era una despedida. Me decía a mí misma, ‘me despido de mi hermano, después vuelvo a casa y termino con mi vida, porque nada de lo que hacía tenía sentido’ ”, expresó.
A su vez, según lo explicó, cada vez le costaba más vincularse con las personas: “Tenía pánico. No podía ir a la escuela ni trabajar. No podía hacer nada. Para mí, no había nada”.
Un largo proceso de recuperación
Según lo narró la joven, cada persona que llega a Reto a la Vida pasa por una serie de entrevistas.
Eso, porque son muchos los jóvenes que necesitan asistencia y porque la fundación tiene una capacidad limitada.
Luego de ingresar, comenzó el proceso de recuperación para Milagros. “Estando ahí me di cuenta que no eran sólo las adicciones, sino también experiencias que yo había tenido en el pasado, que me llevaban a hacer lo que hacía y volcarme en eso”, detalló.
Es así que una de las cosas que más le sorprendió al llegar fue la tranquilidad con la que vivía la gente en la fundación y las demostraciones constantes de afecto, algo que ella hasta ese momento no tenía.
En ese punto, remarcó que dicho establecimiento trabaja netamente con lo espiritual, sin psicólogos ni psiquiatras, “solo con Dios como centro de todo”.
Fue también en la fundación donde le ayudaron a culminar su escolaridad secundaria: una etapa que, por su problema con las drogas, había quedado inconclusa.
Al mismo tiempo, otra de las partes fundamentales para la recuperación de Milagros (y los demás jóvenes que habitan en Reto a la Vida), es el trabajo en los talleres de oficios. Particularmente en la sede de Posadas trabajan con talleres ocupacionales de panadería, en los que elaboran para vender: tapas de empanadas, chinas, facturas, prepizzas y otros productos. No sólo para abastecerse como organización sin fines de lucro, sino también para dar a los jóvenes conocimientos en un oficio.
Por otra parte, para todo ese proceso de rehabilitación, que duró dos años en el caso de Milagros, sus padres fueron fundamentales ya que, desde que la joven se radicó en Posadas, se encargaron estrictamente de venir a visitarla dos veces al año.
El sueño de ser psicóloga
Tras su rehabilitación, como muchas otras personas recuperadas, Milagros eligió permanecer en la fundación.
Esto se debe a que continúa latente en su interior la necesidad de ayudar a aquellos que están atravesando una situación similar a la que ella pasó.
“Yo me rehabilité y decidí quedarme. Hoy soy la encargada de la casa de las chicas. Todas las encargadas somos mujeres que superamos las adicciones y la depresión. Yo soy una de las más nuevas, pero hay gente que está hace más de diez años acá.”, indicó.
Si bien en este momento son 42 jóvenes las que están rehabilitándose en la casa de las chicas (por lo que están trabajando a cupo lleno), contó que “hay un flujo constante de entrada y salida, por lo cual siempre estamos recibiendo nuevas personas”.
En cuanto a cómo llegan las que acuden a la fundación, Milagros explicó: “Veo que las chicas que se internan llegan cada vez peor. Algo que se vive mucho es la falta de identidad. Uno quiere encajar, y termina siendo algo que no es. Eso me pasó a mí. Yo me juntaba con gente que consumía, que era ‘entre comillas’ importante, y me encontré siendo en las redes sociales y en mi entorno una persona que no era. Por dentro me sentía muy inferior. Creo que a muchos jóvenes les pasa lo mismo”.
Por todos estos motivos y mirando hacia el futuro, la joven cordobesa confesó que le gustaría comenzar la Licenciatura en Psicología, para seguir contribuyendo a que los jóvenes puedan salir de las adicciones.
“Pienso que con eso, más lo que viví, voy a poder llegar a muchas más personas que tienen necesidad”, finalizó.