La falta de agua en cantidad suficiente durante el momento de floración llevó a los productores de sandía y choclo al rotundo fracaso en sus cosechas, con pérdidas de entre el 80% y el 100%, según reportaron.
“Padecimos la falta de lluvia en los momentos clave y en muchos casos se fracasó con la producción. En la cuenca hortícola donde me desempeño, se cultiva el maíz con el propósito de obtener choclo para consumo fresco. Ese cultivo necesita del agua en el momento determinado, sobre todo en floración, para cargar la espiga y generar los granos. La falta de lluvia fue determinante e hizo que la reciente producción se pierda”, dijo a PRIMERA EDICIÓN el técnico de la extensión del INTA en Santo Pipó, Ariel Villasanti.
En la zona se lleva a cabo la producción de maíz con fines de obtener choclo, y los productores van escalonando la producción para mantener la oferta durante la temporada primavera-verano para vender en las ferias, pero ante la adversidad meteorológica nada pudieron hacer.
“Como aquí, a diferencia por ejemplo de Mendoza o Santa Fe, el maíz para choclo no es un cultivo que se da bajo riego y depende exclusivamente de las lluvias, hubo tandas de pérdida total, algo que ya se arrastra hace al menos los tres últimos años y están realmente muy golpeados”, enfatizó el experto del INTA.
Quien reseñó a su vez: “Venimos atravesando un déficit de precipitación desde hace ya bastante tiempo. Digamos, quizás ya sea el tercer año que venimos con un déficit de precipitaciones en nuestra provincia, que si bien se están dando, la verdad es que todavía se encuentran por debajo del nivel requerido”.
Consecuencias
“El maíz es un cultivo anual que recibe solamente agua en las precipitaciones que se dan en nuestra provincia. Viendo que esto se ha prolongado en el tiempo, la estrategia para atenuar el impacto es planificar la siembra con los pronósticos a largo plazo en la mano, para tratar que durante la floración se produzcan las lluvias. No obstante, si bien no hemos hecho coincidir la floración del maíz con diciembre, la prolongada sequía fue contundente y con consecuencias que están a la vista”, afirmó el técnico.
“Tenemos productores hortícolas que vienen sembrando maíz para choclo ya desde junio, por ejemplo, desde el veranillo de San Juan. Desde junio del año pasado, para ir regulando. También dependemos mucho de las condiciones ambientales, no solamente las precipitaciones, sino también de las temperaturas. El maíz es un cultivo de primavera verano; necesita temperaturas altas como para desarrollarse. Entonces los lugares donde hay choclo primicia son aquellos donde no hay heladas, en la zona por ejemplo de Gobernador Roca, Santo Pipó, las áreas de serranías. Esos productores son los primeros que tienen los choclos”, remarcó.
Rendimientos bajos
Nicolás Gasser, productor y técnico profesional en Producción Agropecuaria, es asesor de dos grupos de cambio rural vinculados a la cooperativa Flor de Jardín, que nuclea a más de 20 productores. También habló con este diario y contó su experiencia desde ambas funciones.
“Nosotros somos horticultores, ocupamos el maíz para choclo y choclito para envasado, con fuertes porcentajes de pérdidas en algunas tandas. Lo que se tendría que haber cosechado en diciembre, fue casi pérdida total; como mucho se salvó un 20%. Fue súper crítico”, contó el hombre.
Descfribió que “no hubo lluvia y entonces salieron los choclos pero sin granos y deformados. Se desarrollaba solo la espiga sin los granos, o muy salpicados, y eso ya no sirve”.
“Como cuestión aparte estaba el mal desarrollo de las plantas, que en vez de llegar a dos metros se quedaban en un metro, un metro y medio. Eso directamente ya la dejaba inservible. Nosotros necesitamos un choclito de 10 centímetros, y salían chiquitos y gorditos que tampoco servían para envasado. Allí la pérdida fue total”, amplió Gasser.
En cuanto a los choclos grandes, “de las tres espigas que pueden llegar a servir por planta, apenas se podía salvar una”, sostuvo.
El productor y experto comentó, por otra parte que, “aunque las pérdidas en el maíz están muy marcadas, en la mandioca, zapallo, sandía y melón tampoco estamos bien, con bajas importantes”.
Inconvenientes con el precio
En todo este combo negativo, otra variable que hizo mella en los bolsillos de los colonos fue el precio recibido contra el costo de la producción.
“La fuerte inflación en los insumos que el productor requiere a diario, sea combustible, alimentación, vestimenta, maquinaria, insumo agropecuario, están dolarizados y no tienen relación con lo que cobran en pesos”, contaron los colonos.
No se puede vender
La misma situación crítica descripta por Ariel Villasanti y Nicolás Gasser se replica en otros cultivos anuales de estación.
“Con la mayoría de las producciones se hace la siembra escalonada. La primera remesa que hice a fines de julio de sandía, me dio bastante bien el rendimiento: un 80%. Lo que hice después directamente perdí, ya que las sandías se quedaron bolitas chiquititas. No se desarrolló la fruta porque justo en diciembre, donde se llena la fruta, no hubo lluvias. Entonces bueno, trabajamos a pérdida“, fue el testimonio de los colonos.
“Lo que es melón, con los calores extremos que tuvimos, agarró muy rápido un hongo mildiu que seca la planta. Entonces sacamos tres frutas por planta y ya se secó. Ahí también tuvimos bajos rendimientos. Cuando todo sale así, directamente no se puede vender y tampoco se puede cobrar para cubrir pérdidas. Con el jengibre, la banana y la mandioca, también hubo una fuerte baja en el rendimiento”, acotó Gasser.