El que probablemente sea el plato más tradicional y querido por los argentinos, el asado, se abarató en términos reales a lo largo de 2022. En un año en el que la inflación subió 94,8% punta a punta, el kilo de asado avanzó apenas 40% por lo que, al igual que un salario que no logra seguir el ritmo de avance del promedio de los precios, hoy sale mucho más barato que un año atrás. Más precisamente, sale un 35% menos que a fines de 2021 si se descuenta la inflación.
Pero las variables que hicieron que la carne se contara entre los alimentos que menos subieron en 2022, también anticipan una mala noticia: los precios van a subir y fuerte. El mejor momento para hacer un asado es hoy.
Hay varios factores influyendo sobre el precio de la carne. El precio internacional está bajo, la producción ganadera venía a buen ritmo y, por último, la sequía terminó de alterar todo.
La sequía, explican especialistas, hace difícil poder mantener la alimentación de los animales a pasto por períodos prolongados. Sin agua, los pastos se agotan más rápido y el proceso habitual de engorde para enviar a los bovinos a faena se hace más corto.
O peor aún, los productores ganaderos a veces tienen que elegir enviar al matadero a animales que todavía son pequeños -o incluso a hembras, “vientres” necesarios para la producción futura- o dejarlos morir de sed o hambre en medio del desastre hídrico, cuentan los expertos. Perdido por perdido, la decisión suele ser vender antes de tiempo.
Ganaderos en problemas
El precio de la carne comenzó a estancarse en junio de 2022, cuando la sequía ya mostraba signos de agudización y empezaba a repercutir sobre las pasturas naturales que sirven de alimento para los vacunos. En este sentido, el consultor ganadero Víctor Tonelli explicó a Infobae que “cuando el pasto empezó a ser escaso, el productor comenzó a enviar animales a faena para ir equilibrando lo que demanda el rodeo de su campo, en función del alimento disponible en el lote”.
“En esa correlación, hasta julio el equivalente de la oferta que se volcaba al mercado interno equivalía a un consumo de 47 a 48 kilos por persona al año, y desde agosto en adelante ese promedio está cercano a 53 kilos por habitante al año. Hubo una sobreoferta por la sequía superior al 10% de carne al mercado interno, que sumado a la carne de pollo y de cerdo y al pobre poder adquisitivo de los salarios, hizo que hubiera más oferta de lo que el consumidor estaba en condiciones de comprar, generando un retraso en los precios”, detalló Tonelli.
Esa mayor oferta de animales desploma los precios. Al menos en el corto plazo. Y se traslada a las carnicerías. Eso se ve en los datos de inflación del INDEC publicados el último jueves. Durante todo el 2022 la carne picada aumentó 38%, la paleta 45%, nalga y cuadril 44%, y el kilo de asado sólo 40%.
El de la carne es el rubro de alimentos que menos aumentó. O que, descontando inflación, directamente se abarató (por ejemplo, hasta octubre los salarios medidos por INDEC acumulaban una suba del 69%, por lo que la carne perdió incluso en comparación con los ingresos).