Abuelas, madres, tías, amigas, sobrinas, luchadoras políticas y sociales, vecinas. Mujeres. Alrededor de Emanuel Alejo Portillo se percibe el dolor profundo de su desaparición, de la ausencia y el punto neutro donde todas buscan encontrar un empujón y mantener la frente en alto para luchar por justicia.
En el barrio María Auxiliadora de Azara, el crimen de Emanuel se convirtió en la razón para salir a la calle y reclamar por el esclarecimiento del homicidio del jueves 29 de diciembre. Pero también para que el asesinato con ensañamiento sea repudiado y no se tolere más muerte por odio, por una condición sexual determinada o poder adquisitivo, o cualquier tipo de reacción discriminatoria.
PRIMERA EDICIÓN dialogó ayer con María Alejandra Benítez, la madre de Emanuel. Pero no estaba sola, a su alrededor un grupo de mujeres la acompañaba para intentar aliviarle el duelo, pero también para organizar los pasos próximos para mantener la exigencia de justicia.
“Buscamos que todos tomemos conciencia de lo que sucedió y colaboremos. Que el que sepa algo hable, que aporte aunque tenga miedo; se pueden investigar todas las pistas”, resumió María Alejandra. También admitió: “Yo tengo miedo, no lo puedo negar. Hay un solo detenido y yo vivo con mis hijas. Quizás no deba sentir temor pero lo tengo y mucho, y sé que lo mismo le debe pasar a cualquiera que tenga un dato para dar”.
“De todas maneras confío en la Justicia. Al principio dudé, pero veo que están haciendo su trabajo. Estoy conforme. Que haya un detenido y que este chico esté preso me genera alivio, aunque sigo pensando. Siento que no actuó solo, que alguien más lo ayudó”, detalló.
Recordó la búsqueda de su hijo: “La noche que fui a la comisaría, le dije al policía que me atendió que sentía que algo malo le había ocurrido. Emanuel nunca dejaba de contestar mensajes o mandarlos, preguntando como estábamos. Era constante en eso. Nunca nos preocupó con silencio. Siempre contestaba. A la hora que fuera, él estaba cerca. Por eso, esa misma noche fui a la policía a pedir que me ayudaran a buscarlo. Lo encontramos 24 horas después de que había salido de su casa, a las 10 del viernes. La última vez que lo vimos fue a la misma hora el jueves”.
También lo describió como un joven cristalino: “No ocultaba nada, iba de frente. Si necesitaba decir cuál era su orientación sexual, lo decía sin problemas. Él decía ‘yo soy así’, y no sentía culpa ni remordimiento. Él seguía para adelante”. Y amplió: “Capaz este chico que está detenido no quería admitir la relación que mantenía con Emanuel. Pero a mi hijo no le importaba lo que dijeran sobre la sexualidad de nadie. Él no tenía problemas con su condición. Se sentía feliz”.
Cómo salir de la oscuridad del dolor, fue otro de los interrogantes: “No sé cómo hay que hacer para seguir adelante. Por instantes me recupero y me siento mejor, pero enseguida vuelvo a la incertidumbre. Es como ser madre por primera vez. No hay un libro que te enseñe a enfrentar el primer hijo. Y con este dolor es lo mismo, no se sabe dónde buscar una ayuda para lo que sigue. Emanuel iba a la iglesia adventista y yo lo acompañaba. Él incluso se bautizó en ese culto hace poco, por eso rezo y es parte del alivio que intento lograr (…). Pero yo no puedo creer que Dios se quiera llevar a un chico de esta manera. Espero que seguir pidiendo por Emanuel me ayudará a entender su ausencia”.
Lucha
Al igual que su hijo, María Alejandra se rebusca para ganarse su sustento con laburo constante: “Con tres compañeras tenemos un emprendimiento productivo, hacemos panificados y vendemos y nos ayudamos entre todos. Una pequeña cooperativa que tenemos con la organización de desocupados FOL”.
María Cardozo es una de las luchadoras sociales (Polo Obrero-Apóstoles) que la rodeaba ayer, y quien manifestó: “Estamos acompañando a la familia de Emanuel. Todavía no tenemos información que nos dé certeza de lo que sucedió. Por lo pronto sólo escuchamos contradicciones de la policía”.
“Aunque lo bueno es que por lo menos al movilizarnos en la calle se agilizó la Justicia, y hay un sospechoso detenido. No queremos enterrar más padres, madres o hijos. Dios no se llevó a Emanuel. A Emanuel le arrancaron la vida. ¡Es terrible lo que le hicieron! Sentimos impotencia y dolor. No vamos a llorar; la bronca se mantiene y va a ayudar a que esto se esclarezca”, enfatizó.
Beatriz Benítez, tía de Emanuel Portillo, participó de la charla con este Diario. Apuntó sobre la causa, y en dirección al sospechoso aprehendido el martes, dijo: “El muchacho que está detenido desde el primer día, apenas apareció el cuerpo de Emanuel, se presentó con abogado particular. Incluso en la comisaría habla por él, responde por él. Cuando buscábamos a Emanuel, lo vimos cruzar con la moto minutos antes que lo encontráramos a mi hijo en el tacuaral. No sabemos qué estuvo haciendo en esa zona, pero resultó llamativo”.
Pero fue más tajante en recalcar: “Así como Azara crece y ya no es un pueblo chico, también sus habitantes tienen que crecer de pensamiento. No pueden permitir que se mate por condición sexual. ¡No se puede admitir tanto odio!”.
“Inquieto y trabajador”
Alicia Borges, la “abuela de Ema”, se sentó en la ronda para dejar su sensación y resumir sus días: “Hacíamos pan con Emanuel todas las tardes. Como él era más grandote, me ayudaba mucho con el amasado para cubrir todos los pedidos. Después los repartía, avisaba a los clientes y los llevaba. Era muy bueno con todas nosotras. Es muy doloroso lo que pasó. Era inquieto, trabajaba mucho, conocía todas la orquídeas. Apasionado por las plantas, se aprendía los nombres de todas. Tenía su vivero, ofrecía por redes sociales y hacía envíos de las orquídeas más caras”.
“No se dejaba regalar nada. Si te pedía pagarle algo con tarjeta, que se la prestaras, él te pagaba todo sin demora. Así se compró la bicicleta hace dos meses y se la robaron una semana antes de que lo maten. Ahora veo la ropa de Emanuel y lloro; no sé qué hacer. Ya no sé quién me va a arreglar y cuidar las plantas. Se enojaba, por ejemplo, si tiraba restos de yerba del mate entre las plantas. Su sueño era tener un vivero más grande”, concluyó.