Es Navidad. Respiramos profundamente el aire de la mañana siguiente a la Nochebuena, mientras aún resuena en los oídos el hermoso villancico “Noche de Paz, noche de Amor”, evocando el sagrado Nacimiento. Entonces sentimos que la búsqueda de la Paz y el Amor es el propósito más elevado, más sublime y más necesario que podamos procurar en estos tiempos, porque lo demás viene por añadidura.
Y recorriendo nuestras notas anteriores nos sorprende la frecuencia con que hemos abordado este tema, como cuando comentábamos la descripción del Yoga como un estado de bienestar y serenidad, que nos permite vislumbrar el propósito de nuestra existencia a partir de la integración de cuerpo, mente y espíritu ahora, propiciando la unión con nuestros semejantes, con la Naturaleza y con la Creación de la que somos parte, y promoviendo la armonía, el bienestar y la paz.
En otra oportunidad nos referíamos a la meditación como la búsqueda de un estado equilibrado de la mente que nos compromete, como seres humanos corrientes, a cumplir con amor nuestro deber con nosotros, con la familia, el trabajo, la sociedad y el mundo para promover la paz, la salud y la armonía, permaneciendo en silencio o vocalizando el mantra “OM, Shanti, Shanti, Shanti”, en el que OM es la verbalización del sonido primordial del Universo y la palabra Shanti significa paz.
Es posible a partir de la calma y el reposo que nos proporciona la relajación, para disfrutar de la paz e incluso alcanzar estados elevados de consciencia, gracias a la difusión de las técnicas y principios de nuestra milenaria disciplina, el Yoga; adaptados a las necesidades de la vida contemporánea pero guardando su esencia, práctica que nos ayuda a ampliar nuestras posibilidades latentes para recuperar la armonía con nosotros mismos y con el entorno.
Ya lo decía Gandhi: “No hay caminos para la paz. La paz es el camino”. También agregaba: “Tenemos que aprender a usar esa fuerza de cohesión que se llama amor ante todo lo que vive, porque en su uso reside nuestro conocimiento de Dios… Ahimsa, no violencia, significa amor infinito… y es sinónimo de valentía ejemplar, porque la ley del amor es más eficaz que la expresión de la violencia”. Ahora estamos percibiendo y emitiendo el amor y la paz, en el día de Navidad.
Namasté.