Cada vez que en su extensa trayectoria como periodista Esteban Abad entrevistaba a algún escritor, recibía un libro de regalo, que fue atesorando por años y armando una colección extraordinaria, sumada a la suya, que también resultó prolífica. Ahora, meses después de su muerte -10 de junio de 2022-, esos ejemplares fueron donados por su querida esposa, Ángela Maldonado, y por sus hijos, a la biblioteca “Daniel Stéfani”, que funciona dentro del Museo capitalino “Juan Yaparí”, de 7 a 13 y de 16 a 20.
Leo Duarte, a cargo de la biblioteca y creador de la página “Posadas del ayer”, agradeció por el gesto a la familia y al dibujante Oscar Iñones, uno de los amigos de Esteban, quien hizo de nexo para llegar a este preciado material. “Destaco la predisposición de la familia, porque puede desprenderse de este material que hoy está disponible para todo aquel que lo quiera ver, utilizar. No cualquiera hace una donación de esta naturaleza. Nos entregó casi una veintena de cajas con casi 900 libros de autores misioneros. Se trata de una colección tremenda”, manifestó Duarte que, si bien no tuvo mucho trato con “Don Esteban”, admitió que cuando “recibí este legado, fue una sensación rara”.
Conto que dentro del lote encontró libros propios de Abad, de ediciones agotadas, como también de Marcial Toledo y de Olga Zamboni, de ediciones que ya no se consiguen. “Eso es lo bueno de estas bibliotecas personales. La idea es compartir con todos los que tengan esa inquietud, dentro de la biblioteca Daniel Stéfani. Estoy en ese espacio del Museo Juan Yaparí hace unos tres años y me dedico a juntar material de autores misioneros. Tenemos casi cuatro mil libros, y todos los años vamos agregando ejemplares”, celebró.
Citó que, en la Feria del Libro, por ejemplo, se dejan dos ejemplares de los diez primeros ganadores a fin de ir ampliando la colección. “Eso es cuando hablamos de los nuevos. Para traer la de los más viejos, que son los más difíciles, muchas veces los compro con fondos propios, y así voy armando la biblioteca”, agregó.
La idea es que los vecinos conozcan ese lugar emplazado sobre la calle Sarmiento 1885 -ex 319- que, como biblioteca, funciona desde 1967, y que lleva el nombre del poeta, escritor y autor Daniel Stéfani desde 2005.
Según Duarte, en ese lugar también se encuentra el centro de documentación de Posadas, que atesora material importante como los planos del hospital central, de la plaza 9 de Julio, planos originales del hotel Savoy, y cartas documento que enviaban sus propietarios advirtiendo que no se altere el patrimonio del emblemático edificio.
“Se trata de materiales muy valiosos que son utilizados por muchos estudiantes de la carrera de Arquitectura”, acotó. Y detalló que, además, está disponible “uno de los únicos Plan Urbis que tiene Posadas, que es el Plan de Urbanización que elaboró un grupo de arquitectos allá por el año 1962, durante el gobierno de César Napoleón Ayrault. La capital de la provincia es lo que es gracias a ese material”. A ese espacio también acuden alumnos de la carrera de Letras que consultan libros de Olga Zamboni, de Marcial Toledo, y chicos de colegios secundarios que están trabajando con diferentes temáticas. “La última temática que surgió fue la de la hotelería en Posadas, en los años 30”, advirtió.
Duarte sostuvo que la biblioteca personal de Esteban Abad es una de las más numerosas. “Me tocó rescatar dos grandes: la de Aníbal Silvero, el año pasado, con 600 libros, en un 90% libros procedentes de Paraguay, y la de Esteban, este año, que, en volumen y en cantidad de estos tesoros es la más grande que haya rescatado”, enfatizó.
“Como santafesino, fue una persona que amó a Misiones, que escribió sobre la provincia, y tenía una biblioteca tremenda sobre la tierra colorada. Abundan los de Marcial Toledo, casi un incunable de nuestra literatura. El material no es muy antiguo, pero son libros que ya no se consiguen y esos valen muchísimo para los investigadores”, continuó, y adelantó que hay un espacio armado con paneles, que se convertirá en el sector exclusivo de Esteban Abad. “La idea es armar un código QR para que los chicos puedan conocer sobre su vida y su figura como parte de la literatura misionera. Esteban atesoraba estos libros y lo que buscamos es que no se pierdan, que la memoria no se pierda, la de él ni la de ningún escritor. Hay muchos familiares que tienen materiales, pero por ahí la mezquindad puede más”, lamentó.
Reconoció que a Esteban “lo había visto un par de veces durante unas juntadas del mate que hizo en el Paseo Bosetti. A diferencia de Aníbal, con quien teníamos más vínculo porque mi hermano editó sus últimos libros. Ahora, con esta fabulosa donación, estamos aprendiendo un poco más de la historia y de su pluma”, sintetizó.
“La idea es depositar las cenizas de Esteban en el Paseo de los Poetas, en San Ignacio, cerca de las de Aníbal Silvero. En inmediaciones de la casa de Horacio Quiroga, existe un parquizado extenso donde hay una especie de túmulo de cemento con una chapa con un código QR y una obra de Silvero. Nació como una sugerencia del ministro de Cultura, Joselo Schuap, y queremos que también haya allí una de Abad”.
Entusiasmado, Duarte comentó que “estoy armando una biblioteca dedicada exclusivamente a Horacio Quiroga, inexistente en el país. Nunca nadie se dedicó a armar una bibliografía sobre el autor de Cuentos de la Selva. Estoy comprando algunos materiales, otros, cuestan conseguir, pero despacito esperamos poder llegar a la meta”.
Si bien no se crio entre libros, a los quince o 16 años Duarte empezó a observar que había mucho material sobre Misiones. En 2009 creó la página “Posadas del ayer” y “de la nada empezaron a aparecer cosas extraordinarias. Cada año surgen. Ahora, con la aparición de este material de Abad, uno de da cuenta que hay muchas más cosas y que a algunos les cuesta desprenderse. Pero la idea es que la gente tome conciencia que ese material no es para uso propio sino para compartir con quienes lo necesiten y aprecien”.
Difusor y defensor
Esteban Abad fue periodista, escritor y gran difusor de la cultura misionera. Nació en Santa Fe de la Vera Cruz, el 30 de junio de 1942 como Justo Esteban Abad Barco, hijo del profesor de literatura Fausto Abad (español, de Aragón) y de Blanca Teresita Barco (argentina), y falleció el 10 de junio de 2022, a poco de cumplir 80. Desde temprana edad se dedicó a la literatura, a la radio, al folclore, al teatro y al radioteatro. Pero, entre sus múltiples oficios, se quedó con el de periodista, donde supo escuchar y dar cabida a muchos, por no decir a todos. Y todo lo que se pueda decir de Esteban, no satisface, resulta poco. Festival que anunciaba su desarrollo, como el del Folclore Infantil, en Jardín América, ahí estaba Esteban para apuntalarlo, sostenerlo, difundirlo y evaluarlo. Y así tantos otros. Porque se hacía tiempo para todos, sin importar la distancia, aunque tuviera que viajar en colectivo u hospedarse en casa de algún vecino. Para él todo valía la pena a fin de difundir el arte y la cultura.
Llegó a la tierra colorada a fines de la década del 70 y, años después, de la mano de otra de sus pasiones, el periodismo, difundió la cultura de la región, primero en el desaparecido diario El Paraná, siendo secretario de redacción y director del suplemento cultural de los domingos y, luego en su querido PRIMERA EDICIÓN, sin dejar de publicar artículos en medios de distintos puntos del país. Fue presidente de la Sociedad Argentina de Escritores Filial Misiones (SADEM) desde 1992 a 1996.
Debido a tamaña trayectoria también fue reconocido en numerosos eventos literarios y ganó premios a lo largo de los años por todo el país. También fue un asiduo expositor y participante de la Feria Internacional del Libro. Era un gran amante del mate y sabía muchísimo de la tradición y la costumbre, y era un gran coleccionista de este elemento. Se codeó con los más famosos músicos, poetas, cantores y compositores. Realizar la cobertura del Festival Nacional de la Música del Litoral era para él un regalo, era como revivir los sueños de tantas voces ausentes entre las antorchas encendidas.
A los 16 años se recibió de tenedor de libros y, a esa misma edad escribía sus primeros poemas, cuentos y notas en el diario El Litoral, ya que tenía amigos que trabajaban en distintos periódicos de Santa Fe. A los 17, lo tomaron como locutor en LT10 Radio Universidad, donde dio sus primeros pasos en radio. Luego realizó trabajos con una propaladora, que era un medio de comunicación que difundía señal de audio por cable hasta bocinas o cajas acústicas instaladas en postes de alumbrado o troncos de árboles.
“Se habían convertido en la alternativa local a la radio, generalmente instalada en una capital de provincia, semejante a las FM en su momento, donde algunas personas pedían ser complacidas con temas musicales. En las fiestas populares se instaban varios de estos artefactos en las esquinas y el dueño de la propaladora vendía publicidad”, había manifestado Abad, en una semblanza.