La inflación en más de 6% mensual está golpeando de lleno al poder de compra de los pesos, donde el billete de máxima denominación argentino, el de $1.000, ya no alcanza ni para cubrir un menú de almuerzo ejecutivo o la compra de un kilo de queso. Bajo este escenario, los analistas sostienen que se requiere un papel de mucho mayor valor al actual.
De esta manera, al comparar la canasta de productos que podía comprar un papel con la imagen del hornero en diciembre de 2017, cuando fue lanzado por el Banco Central, se puede afirmar que hoy se necesita un papel que supere los $9.000 para equipararla, respecto a los precios actuales que tienen los mismos artículos.
En parte esto se debe a que la alta inflación de los últimos años muestra cifras alarmantes, e incluso para 2022 los pronósticos de los economistas que participan del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que encuesta el BCRA, sostienen que puede superar el 100% en el todo el año.
De hecho, cuando el billete de $1.000 ni siquiera había cumplido dos años de vida ya se requería el doble de ese valor para poder comprar lo mismo.
En noviembre de 2019 un hipotético billete que duplicara su valor no alcanzaba para adquirir la misma cantidad de bienes y servicios a los que accedía a la fecha de su puesta en la calle el billete de $1.000. Es que la canasta base que en diciembre 2017 totalizaba $1.000, se había elevado hasta $2.189 para esa fecha, resumió a iProfesional Andrés Méndez, director de AMF Economía.
Lo más alarmante es que en febrero pasado, apenas 9 meses atrás, esa misma canasta de bienes y servicios resultaba equivalente a algo más de $5.000.
“En esa dinámica hubiera aconsejado que sea lanzado un billete que multiplicara por 5 al de máxima denominación actual. Pero el reinado de aquel billete de $5.000 hubiera sido efímero, porque en noviembre nuestra canasta de referencia tiende a aproximarse a los $9.000 y el horizonte de un costo superior a los $10.000 está a la vista. Incluso, en febrero del año que viene, seguramente, lo habrá superado, al llegar a $10.560, según nuestras estimaciones”, agregó Méndez.
La inflación
El dato que influye en que los billetes argentinos tengan cada vez menos valor se sustenta en que, según datos oficiales, en los primeros 10 meses del año la inflación acumuló un alza de 76,6%.
Por ende, la necesidad de que se imprima un billete de mayor denominación es inocultable, sobre todo para cubrir gastos cotidianos que requieren la utilización de efectivo y para retirar dinero de los cajeros automáticos.
“La falta de puesta en circulación de billetes de mayor denominación agiganta esta situación. Por una transacción que en diciembre de 2017 se hubiera entregado un solo billete de $1.000, en febrero próximo, es decir, apenas 5 años y dos meses después, deberán proporcionarse 10 unidades”, dijo Méndez.
La necesidad de más ejemplares de pesos, de forma progresiva, para comprar la misma cantidad de productos y bienes, genera, por citar una consecuencia, que los cajeros automáticos se vacíen de forma más rápida por la capacidad limitada que tienen para la entrega de billetes.
Otro caso es el “cuello de botella” logístico, el uso de más efectivo causa que los comercios y bancos deban trasladar y atesorar más cantidad de unidades, con el mayor costo y espacio correspondiente que eso implica.
“Pero el inconveniente transaccional no se agota en esta multiplicación de las unidades intervinientes en cada transacción, sino también en el escaso valor del billete de máxima denominación, situación que provoca la utilización excluyente del billete de más alto valor por el escaso significado que tienen las unidades de importes inferiores”, concluyó Méndez.
De acuerdo a fuentes oficiales, no existe intención política de emitir denominaciones mayores debido a que se pretende promover la utilización de los medios de pagos digitales, para bajar el uso del efectivo y “blanquear” más la economía. Aunque, desde lo transaccional, esta decisión está generando inconvenientes operativos en los canales financieros.
Se resisten a otro billete
Consultado acerca de los puntos de contacto entre estos dos socios de la coalición gobernante, uno de los últimos asesores albertistas que continúan en funciones, explicó, “si sacamos un billete de 5.000 pesos y, más aún, uno de 10.000 pesos estaríamos convalidando la inflación que terminará siendo de tres dígitos. Viene el fin de año, en medio de presiones y paritarias abiertas en todos los gremios y con los movimientos sociales reclamando en las calles. En ese escenario, previo a la contienda electoral, les estamos diciendo a nuestros votantes que el Frente de Todos va camino de acumular más de un 500% de inflación en cuatro años. O sea, el doble de la marca horrible que logró Mauricio Macri que en 2015 decía que lo más fácil que había era resolver la inflación y el cepo”.
En el Instituto Patria, donde se asientan los economistas que leen con dedicación monacal la ley de abastecimiento del año 1974 y planean rigurosos congelamientos de precios para detener el alza del costo de vida conviven con el temor de una llamarada hiperinflacionaria que sepulte el gobierno del Frente de Todos.
En el Banco Central y en la Casa de la Moneda tiene guardadas por ahora, bajo siete llaves, las planchas nuevas destinadas a la impresión del papel moneda que, en principio, llevaría la imagen de Rosario Vera Peñaloza, considerada la primera maestra argentina o la de Cecilia Grierson, médica y filántropa.
Menos acciones para aparecer en este billete tiene la figura de Ramón Carrillo, el sanitarista más importante de nuestro país.
Cada vez se pueden comprar menos alimentos
En resumidas cuentas, el de $1.000 cada vez alcanza para comprar menos, y se requieren más unidades de esta máxima denominación.
Por ejemplo, si en diciembre de 2017 la adquisición de una caja de leche entera en polvo en su presentación de 800 gramos podía abonarse con dos billetes de $200, en la actualidad son necesarios esos dos ejemplares con el agregado de uno de $1.000.
“Es decir, en determinados productos de primera necesidad como quesos, carnes vacunas, filet de merluza, café molido, leche en polvo, entre otros, ya no alcanza con disponer de un billete de $1.000 para acceder a las medidas más clásicas de adquisición para cada uno de ellos”, detalló Méndez.
Por lo que agregó que, si se considera la dinámica del proceso inflacionario, todo indica que cada vez más productos, en forma unitaria, van a requerir uno o más billetes de $1.000 para poder ser adquiridos. Por lo que así el hornero “pasará a cumplir el rol que hace un lustro atrás estaba reservado a los billetes de $100”.
De hecho, según datos del Central, desde hace meses los de $1.000 representan la denominación con más cantidad de ejemplares en circulación entre la gente y los bancos, superando a los de $100.
En concreto, hoy circulan 2.346 millones de billetes de $1.000, que representan el 31,8% de todas las denominaciones que circulan en el país. Y la impresión de la mayor cifra de la moneda nacional sigue en crecimiento, ya que apenas en los últimos 30 días se emitieron 96 millones de papeles más.