El 30 de julio de 2018, un grupo armado intentó ingresar a la Unidad Penal de Oberá para rescatar a Vanderlei Lopes, un peligroso reo brasileño con prontuario de “asaltabancos”. Fueron tres hombres los que secuestraron a un remisero y luego intentaron reducir a un sereno de una obra que estaba al lado de la cárcel.
Por ese hecho, detuvieron a los tres sospechosos. Dos fueron liberados pero siguen sujetos al expediente, aunque están en rebeldía y no los encuentran. El último que sí tenía fecha de debate en el Tribunal Penal de Oberá decidió firmar un juicio abreviado.
Según pudo saber PRIMERA EDICIÓN, Carlos Eduardo Reinicke (40) estaba citado al juicio en su contra que se iba realizar el 27 de octubre pasado en el Tribunal Penal de Oberá. Días antes, el acusado aceptó la propuesta de la fiscalía a cargo de Estela Salguero para abreviar el proceso, evitar el debate y declararse culpable de los cargos que enfrentaba.
La pena que deberá cumplir Reinicke es la de 8 años de prisión, por los delitos de “robo calificado por el uso de arma de fuego en despoblado y en banda, privación ilegal de la libertad calificada por haber sido cometido con violencia agravada y por el uso de arma de fuego y favorecimiento de la evasión de una persona detenida, en grado de tentativa”.
El acuerdo entre las partes fue presentado al Tribunal.
En los próximos días los magistrados analizarán los detalles y procederían a homologar la condena en caso que estuvieran de acuerdo con el escrito.
Los que se encuentran en rebeldía y aún tienen cuentas con la Justicia son Airton Seibert, brasilero y “Yoni”, un obereño que se presume fue la pata local que ayudó al intento de rescate.
¡Guardia!
Minutos antes de las 19 de aquel 30 de julio, un llamado a una remisera pidió un móvil a la avenida Orcadas y Larrea. Acudió un chofer de 57 años a bordo de un Renault Logan. Subieron cuatro pasajeros que hablaban en portugués. Adujeron ser músicos que iban a tocar a una fiesta. Le pidieron al remisero que los llevara hasta “Los Indios”.
A mitad de camino lo encañonaron y lo encerraron en el baúl. Los malhechores estacionaron en un camino lateral a unos 600 metros del Penal y descendieron. El chofer alcanzó a escapar porque conocía su vehículo y pudo abrirlo desde adentro.
En ese punto fueron al menos tres los que se dirigieron a la obra en construcción del Módulo C. Allí estaba el sereno que luego de cenar había comenzado una recorrida por el sitio.
En portugués le dijeron: “Con vos no es la cosa, quedate tranquilo”. Intentaron que colaborara con ellos pero no se atemorizó. Con su linterna que a su vez era una picana eléctrica comenzó a forcejear y gritó a viva vos ¡Guardia! para alertar lo que sucedía.
El grito fue escuchado y cuando el hombre que estaba de custodia en esa zona miró hacia el lugar divisó a un hombre encapuchado con armas largas, que forcejeaban con alguien. Uno de los malhechores se acercó al portón para forzarlo y abrirlo y en ese momento el guardia desenfundó su arma y efectuó dos disparos que pusieron en alerta a sus demás camaradas del Penal e hicieron abortar el plan de rescate de Vanderlei, que en ese momento se encontraba en plena cena.
Tanto dentro como fuera de los límites del penal ocurrió un intenso movimiento de efectivos del Servicio Penitenciario y de las distintas dependencias de la Unidad Regional II tanto para impedir que avanzaran como para detener a los autores que se habían escapado.
Carlos Reinicke fue detenido al día siguiente en la avenida Italia de Oberá. Estaba muy cansado luego de pasar casi un día sin alimentos.
Los vecinos alertaron a la policía porque había un hombre vestido con una camisa que tenía el logo de la Municipalidad. Preguntaba hacia donde tenía que ir para llegar a la zona costera en dirección a Brasil.
En ese punto la investigación del caso señaló que de haber logrado el rescate de Vanderlei, era probable que el grupo intentara hacer lo mismo en la Unidad de Encausados de Miguel Lanús, donde estaba alojado Rudinei Lopes, el hermano.
“Carlinhos” fue alojado en la seccional Primera hasta que finalmente quedó en la Tercera, pero no por mucho tiempo. Sus propios compañeros de celda escribieron una carta anónima al jefe de la comisaría para solicitar que lo cambiaran de celda, puesto que amenazaba con fugarse todo el tiempo y ellos no querían tener problemas.
El 18 de agosto de ese 2018 fue descubierto cuando “limaba” los barrotes valiéndose de un pantalón vaquero y un objeto filoso. La Justicia ordenó que fuera trasladado a la Unidad Penal de Cerro Azul.