Fueron los residentes del Hospital Ramón Carrillo quienes propusieron la idea de inaugurar una huerta terapéutica como proyecto para mejorar, al menos en un aspecto, la calidad de vida de los pacientes y usuarios del nosocomio especializado en Salud Mental.
Con rúcula, cebollita de verdeo, pepinos, zanahorias y otros vegetales, los residentes pensaron que, aparte de ser una fuente de alimentos saludables, la huerta podía aprovechar el predio verde que estaba libre dentro del Hospital, además de convertirse en una labor y una rutina para los pacientes.
En diálogo con PRIMERA EDICIÓN la administradora del Hospital Ramón Carrillo, María Cristina Permuy Rivadavia, ahondó sobre lo que significa el proyecto para los usuarios.
“Hace dos años atrás surgió la idea de iniciar algún proyecto de índole labor/terapia para que los pacientes tengan algún tipo de actividad y sea más fácil la reinserción social”, indicó.
Hace unos años, el nosocomio contaba con una escuela interna pero se terminó cerrando porque la matrícula era muy baja. Desde ahí los pacientes quedaron sin actividades.
Fue así que los residentes se pusieron en contacto con el Ministerio de Agricultura Familiar y otros profesionales para iniciar un espacio de cultivo propio que se convierta en una rutina para los pacientes que viven y transitan el Hospital.
Labor y terapia
Si bien aún no está del todo definido qué harán con los vegetales que cosecharán, ya que el Hospital trabaja con una cocina de forma tercerizada, indicaron que probablemente los utilicen para hacer comidas en ocasiones especiales, compartirlas en grupo, o bien para comercializarlos en las ferias francas o emprendimientos.
La idea es fomentar la producción a partir del modelo huerta y que los pacientes que tenga la capacidad motriz y la posibilidad de ser externados tengan un incentivo y una alternativa de trabajo.
Sobre eso Permuy recordó “hay muy buena aprehensión del paciente, justo estábamos hablando de uno que fue externado hace muy poco tiempo y él era de desayunar y venir a ver que no haya un yuyitos. Por más que esté lloviendo él venía, cuidaba las plantas”.
Por otro lado indicó que la huerta es muy positiva como iniciativa ya que genera sentido de pertenencia en los pacientes. “Nosotros solemos tener el problema que, como es un lugar muy comunitario, las personas no tienen un sentido de pertenencia y trabajar con esto le da eso del ‘yo tengo que cuidar mi plantita porque depende de mí’”, explicó.
También, una mejor aceptación al tratamiento y un sentido de ocupación que, según la administradora, es lo que más le cuesta desarrollar a los pacientes con trastornos mentales.
Incorporar más personal: una meta
En otro tramo de la entrevista Permuy explicó que el Hospital cuenta con una residencia de tres años donde profesionales médicos, enfermeros, trabajadores sociales y psicólogos se especializan en salud mental. Ellos conforman un equipo que no sólo atiende al paciente sino a las familias.
“Cuando se interna por primera vez un paciente se lo pone con un acompañante familiar para ir haciendo un trabajo de psicoeduación con la familia, porque hay que recordar que el paciente con trastornos mentales no puede manejar su propio tratamiento, necesita sí o sí acompañamiento”, indicó.
Ahí es donde radica una de las metas más importantes del Hospital: incorporar más personal. Sobre eso “lo primero que nos falta es recurso humano porque tenemos un recurso humano muy envejecido”.
Si bien la administradora admitió que en el último año se reforzó mucho la parte de asistencia clínica y quirúrgica a nivel provincial, tras la pandemia se visibilizó con fuerza la importancia de la salud mental. Fue ahí donde mencionó un ejemplo “si hay un accidente y deben amputarle la pierna a alguien, esa persona sí o sí va a necesitar asistencia de parte de un equipo de salud mental que debe sostenerla para que no caiga. Entonces hay que reforzar recursos humanos y recursos materiales para poder trabajar más comunitariamente”, cerró.