En el norte misionero, con la proximidad de la frontera, el consumo problemático de drogas como la pedra sigue vigente. Tal es así que algunas comunidades buscaron la forma de brindar asistencia a los jóvenes con adicciones para ayudarlos a recuperarse de sus adicciones.
En Puerto Libertad una red cristiana transformó una casa en un espacio de contención para personas en situación de calle que buscan dejar el consumo de estupefacientes.
En este contexto, se fundó el Hogar Cuevas de Adulam. Al respecto, el coordinador de este centro, perteneciente a la fe cristiana, Damián Esquivel, contó a PRIMERA EDICIÓN que este espacio “empezó por un chico que estaba en situación de calle y porque un primo suyo pidió que lo ayudemos de alguna forma. Este muchacho, además de vivir en la calle, tenía un problema de adicción y estaba al borde del suicidio”.
En este caso en particular, explicó que este joven “al llegar, tuvo una recuperación muy rápida y luego llegó otro muchacho. Así fue que comenzó a difundirse y aparecieron otros casos, que ahora ya se encuentran integrados socialmente, con su trabajo y recuperados, con buenos resultados”.
Si bien pertenecen a una iglesia evangélica, reconocen que existe una problemática que atraviesa a todos los sectores sociales: “En Puerto Libertad, por suerte estamos bastante encaminados, pero en Iguazú y Esperanza son ciudades que tienen sus ‘barrios del infierno’, donde el crack está arrasando. Todos estos chicos llegaron por consumo de crack (conocida en la zona como la pedra)”.
En menos de un año desde que iniciaron su labor comunitaria en Puerto Libertad, “pasaron varios jóvenes por este lugar y actualmente viven 9 chicos en esta casa”, agregó Damián Esquivel. Remarcó también que conformar este centro de contención “nunca estuvo en nuestros proyectos y este crecimiento nos está costando un poco”, en relación a los pedidos de ayuda que reciben desde distintos puntos del norte misionero.
De los jóvenes que están en proceso de recuperación, precisó que sus edades van desde los 19 hasta los 37 años. En Adulam, quienes ocupan esta casa llegaron desde ciudades como Esperanza y Wanda: “La estrategia fue intentar una sanidad del alma y el corazón, buscando la consecuencia directa del porqué estos chicos estaban en la calle, drogándose”.
Tras pasar por otros espacios dedicados a la rehabilitación en adicciones, “estos muchachos quizás salgan sanos, pero vuelven a sus hogares sin saber qué hacer. Están días sin hacer nada y con el tiempo vuelven a consumir. Entonces es importante que, al salir, tengan la posibilidad de realizar alguna actividad”.
Esquivel compartió que esto también se relaciona con su historia de vida, “porque vengo de esa calle y logré restaurarme, ya que es posible”. Para sostener este hogar, señaló que “es todo a pulmón, por fe, y requiere una dedicación plena. Por suerte, contamos con el apoyo de la gente y el intendente de Puerto Libertad acaba de aprobar la construcción de un lugar más cómodo. Fue la iglesia la que donó el terreno y el municipio se encarga de construir una nueva casa”.
Entre los integrantes de este espacio de contención, “muchos no tienen familiares y es importante que se haya logrado este espacio, para que ellos estén acá, porque tampoco tienen otro lugar dónde ir”, relató Esquivel.
En contacto con la comunidad local, indicó además que “entramos en contacto con algunas empresas privadas, no para recibir ayuda, sino para que los chicos, una vez recuperados, tengan una posibilidad de integrarse a la sociedad y puedan acceder a un trabajo”.