Conectar es poder llegar al corazón del otro sin importar las diferencias que cada uno pueda tener, es crear un camino donde ambos puedan entenderse y comunicarse.
Para poder lograr conectar, es necesario tener la firme intención de hacerlo, porque muchas veces no es algo sencillo ya que implica el esfuerzo para dejar de querer ser comprendido y dar nosotros el primer paso para ponernos en el lugar del otro y tratar de comprenderlo primero.
Ese primer paso que es el sincero deseo de conectar, nos lleva al siguiente, que es entender lo que el otro siente y necesita; de esta forma podremos, conociendo sus necesidades y emociones, encontrar las palabras justas para tocar su corazón.
Cuando tenemos el sincero deseo de conectar, entendemos la importancia de ofrecer una escucha activa, aprendemos que muchas veces sirve más el tiempo que regalamos de esta manera, que dando consejos o queriendo explicar nuestro punto de vista.
Conectar es entender que lo importante no es nuestro mensaje en sí, por muy cierto que pueda ser, sino lo que ese mensaje produce en el otro. Por ello, conectar implica encontrar la forma de decir las cosas para que el otro pueda comprenderlas, es adaptar nuestro mensaje usando palabras sencillas y sinceras.
Cuando tenemos hacia el otro esta actitud, comienza a construirse un camino de ida y vuelta, porque la otra persona lo percibe y de a poco baja sus defensas naturales y siente el deseo de abrirse y compartir.
Es imprescindible ser uno mismo, auténtico, y ser conscientes que somos responsables cada uno de la construcción de ese camino mágico, cuando logramos hacerlo, todo fluye, y se genera una corriente maravillosa de dar y recibir.
Pero para que este camino de verdad se forme, implica compromiso, hacerlo repetidamente y de manera sostenida en el tiempo para generar confianza.
Conectar es muy importante, es el primer paso para todo, si queremos educar, enseñar, convivir, o emprender cualquier actividad, sino nuestro mensaje o cualquier cosa que hagamos, por buena que sea, nunca llegará al otro.
Finalmente, el ingrediente fundamental es la empatía, poder ponerse en el lugar del otro, en sus sentimientos. Como afirma Maya Angelou: “La gente olvidará lo que dijiste, incluso lo que hiciste, pero nunca olvidará cómo las hiciste sentir”.