Sergio Rodríguez nació en Oberá y siendo el más chico de sus hermanos decidió ingresar a la Armada convencido de cumplir funciones como camarero, profesión que ya había ejercido en su ciudad natal. Así acabó convirtiéndose en el representante misionero en el viaje número 50 de Instrucción a bordo de la fragata ARA Libertad.
“Es un honor ser parte de la tripulación de la Fragata y siempre que hablo con mis padres les digo que es un orgullo, aunque ellos no entienden mucho, pero están contentos y me lo demuestran cada vez que regreso a mi tierra”, destacó.
Para el cabo segundo apoyo general Sergio Rodríguez es su primer año en la Embajadora de los Mares y reconoce que no fue fácil. “Llegué y me presenté con la idea de enfrentar un desafío, porque en cada destino se empieza de cero; hay que conocer a la gente, a la unidad y cómo manejarse. Por suerte, no me costó demasiado porque soy muy sociable y me adapté rápido”, contó.
Sin inconvenientes, hizo nuevas amistades y aprendió la rutina de a bordo. “Esta experiencia no la siento como un premio, sino como una gran oportunidad. Si estoy acá es por mérito, y la considero una experiencia única e inolvidable”.
Durante los 5 meses que la fragata estuvo lejos del país, el joven marino misionero se mantuvo en contacto con su familia y amigos, a quienes enviaba fotos de cada puerto visitado. De todo el itinerario, los lugares que más le gustaron fueron México y París.
Durante el 50° Viaje de Instrucción representó al país en cada puerto: “Tuve la oportunidad de conformar la guardia de honor y rendir los honores a las autoridades que nos visitaban”, comenta orgulloso.
Tal como dice Sergio, este viaje le trajo nuevas amistades, pero siempre tuvo presente a su familia. “Los recuerdos familiares me acompañaron durante toda la travesía, como así también las comidas típicas que se preparan en mi querida Oberá, y seguro voy a disfrutar de todo cuando regrese a visitarlos”.
Sergio regresa en cada oportunidad que tiene a su tierra natal: “Extraño a mis amistades, salir a caminar por la ciudad, las tortas fritas, el pan casero y estar sentado en la vereda tomando mate con los vecinos”, rememoró.
Finalizado este viaje, se prepara para repetir otro año a bordo de la fragata ARA Libertad y reconoce que la Armada es muy importante en su vida. Admite que, con el tiempo, aprendió a querer a la institución, su especialidad y, por sobre todas las cosas, la camaradería que generó en la corbeta.
Para el cabo segundo apoyo general camarero Sergio Rodríguez servir a la Patria “no es solamente cumplir con las funciones de la especialidad, sino tener asignadas otras tareas y desempeñarlas de la mejor manera”.