La gran cantidad de desequilibrios que padece la economía nacional provoca que todas las semanas sean decisivas.
Mientras el Gobierno, a través de Sergio Massa, reordena la relación con los acreedores, los mercados y los sectores más influyentes, la macroeconomía sigue mostrando signos de agotamiento extremo. La sociedad en general sigue sin recibir estímulos mientras 2022 va camino a ser un “annus horribilis”.
Los frentes abiertos son demasiados y nada hace pensar que los dramas cotidianos vayan a resolverse en el corto plazo. El dólar siente las tensiones renovadas después de algunos días de calma y lo demuestra en sus diferentes cotizaciones. Los “préstamos” que el Banco Central toma con los bancos (Leliq) generan una emisión endógena de 400 mil millones de pesos mensuales. Solamente esos dos factores aseguran que, en lo inmediato, el mayor problema de casi todos los argentinos, la inflación, mantenga su escalada. Y eso que todavía no llegaron las facturas de servicios sin subsidios.
Mientras los dramas para la sociedad brotan por todos lados, el poder político sigue confrontando visceralmente alegatos judiciales, elecciones primarias, camisetas para empleados estatales y hasta las figuritas del mundial. Las agendas son cada vez más paralelas.