En el artículo anterior compartía sobre la importancia de recuperar nuestra capacidad de comunicarnos con lo que sentimos y necesitamos de manera tal de mantener la conexión con nosotros mismos.
Hay sentimientos como el miedo, el dolor, la rabia o la tristeza que nos resultan más difíciles de transitar y a veces nos desbordan o hacemos cosas para taparlos.
Cuando el sentimiento nos desborda -hay quienes recién en ese momento lo registran- nos brinda una señal de alarma porque significa que estamos entrando en un estado de reactividad. Si recordás algún momento en que sentiste rabia por una situación o hacia alguna persona, por ejemplo, puede ser que hayas hecho o dicho algo de lo que posteriormente te hayas arrepentido, ya que en la reactividad no hay conciencia.
En cambio, cuando vivimos desde la auto conexión, contamos con unos segundos de tiempo y más conciencia desde la respiración, por ejemplo, para observar la presencia de sensaciones en el cuerpo, lo que nos permite tomar cierta distancia para no identificarnos con ellas y quedar atrapados.
Cuando logramos esto, en vez de actuar el sentimiento, como ocurre en la reactividad, le damos contención. Esto nos permite conectarlo a la necesidad que nos está mostrando y, a partir de ahí elegir como transitarlo cuidando de nosotros mismos y de los demás.
La conexión con uno mismo no es sencilla, puede haber razones que van más allá del proceso que intentes. Quizás haya motivos por los que fuimos eligiendo no sentir y dejando nuestras necesidades de lado.
Te invito a que, en la medida que puedas, de a poco, indagues para re encontrar el valor de quitar la anestesia y conectar con lo que está vivo. La pausa brinda la posibilidad de encontrar la respuesta que el momento pide.
En este camino, tu principal aliado es el amor, restablece la conexión con lo que sentís sin forzarte, sin juzgarte, siendo compasivo con vos mismo. Atrevete a sentir tu humanidad y reconocer que solo recuperando tu sensibilidad podrás elegir libremente que límites poner desde el amor a todo lo que no cuide de la vida.
El trauma se sana desde el sentir, aprendiendo a ir al cuerpo y estar presentes desde el amor con lo que sea que vaya surgiendo.
Sanar pasa por sentir.