Fue otro día de datos duros de la realidad para el Gobierno de Alberto Fernández, pero sobre todo para la sociedad que asiste a un nuevo escenario económico.
El INDEC difundió ayer el índice de inflación de agosto, que fue de 7%, en línea con las proyecciones de la mayoría de los analistas del mercado y bastante lejos de los deseos del Gobierno de cerrar el año en torno al 60%. De hecho, a partir de esta dinámica que se aceleró aún más desde junio y luego con la salida de Martín Guzmán, terminar 2022 con una inflación cercana a las tres cifras ya es una peligrosa realidad.
Así las cosas, la inflación de los primeros ocho meses del año alcanzó a 56,4%. En tanto, la inflación interanual (de los últimos doce meses) llega al 78,5%. Para encontrar datos peores a los actuales hay que remontarse a 1992, cuando en enero se había acumulado 76% de inflación. También hubo un registro alto durante la presidencia de Mauricio Macri, en mayo de 2019, cuando la inflación interanual tocó un pico de 57,3%.
La mayor preocupación vuelve a instalarse en el rubro de Alimentos y bebidas no alcohólicas, el que más incidencia tiene sobre los sectores más humildes. El incremento el mes pasado fue de 7,1%, por encima del nivel general.
Y septiembre, en tanto, no depará mejores noticias. Los primeros datos que llegaron a los despachos del Ministerio de Economía y del Banco Central no desactivaron las alarmas. El salto de los precios en lo que va del mes vuelve a ser superior al esperado por los propios funcionarios. De acuerdo a los registros que recopilaron en Economía y en el BCRA, la inflación de la primera semana del mes vino muy parecida, y en algunos rubros incluso por arriba, de la de agosto. Esa tendencia preocupa y suma tensiones hacia un fin de año complicado, con una inflación núcleo corriendo al 78,4% anual, mientras que los regulados suben a un ritmo de 59,7%.
Lo que afirma que las maniobras oficiales para pisar los precios no ofrecen, al día de hoy, ninguna solución.