El fenómeno de la sequía preocupa a diversas actividades productivas, a lo largo del país, con panoramas poco alentadores dentro de lo que será el tercer año consecutivo de alto impacto, efecto que además se suma a un contexto de inflación general y crisis económica nacional.
Por ello, desde la Confederación Intercooperativa Agropecuaria Limitada (Coninagro) recordaron que ya existe una pérdida de entre el 25% al 30% de la producción total en la producción yerbatera y anticipan que “en el caso de las temperaturas medias del trimestre (septiembre – noviembre de este año) se prevén que estarán en el rango superior a lo normal” sobre la mayor parte del territorio del Norte Argentino.
En el mismo sentido, el Instituto de Clima y Agua del INTA adelantó que las precipitaciones serán inferiores a las normales, en el mismo período de tiempo, en el NEA, Santa Fe, centro y este de Córdoba y Santiago del Estero, Buenos Aires, La Pampa, Cuyo y Patagonia.
Los informes nacionales también manifiestan una probabilidad del 79% del evento climático “niña” para la primavera, con alto nivel de probabilidades de extenderse hasta los primeros meses del próximo año. Así, se daría la tercera campaña seguida en la que los productores padecerán los efectos de una dura sequía.
Antecedentes oscuros
Cabe recordar que enero y marzo del año pasado estuvieron marcados por un fenómeno de sequía que se desplegó sobre todo el país. Las áreas más afectadas fueron el noroeste de Patagonia, el noreste del país (Chaco, Misiones, Corrientes y Formosa) y la región de Cuyo.
La sequía causó que el río Paraná bajara en todo su cauce, con un mínimo histórico desde 1944. También favoreció la formación de incendios en gran parte del territorio nacional durante 2021 y provocó fuertes consecuencias económicas.
Ante esto el Gobierno nacional declaró la emergencia hídrica en julio de 2021, y luego se prorrogó la medida por la falta de soluciones en la cuenca del río Paraná, afectando principalmente a las provincias de Misiones, Formosa, Chaco, Corrientes, Santa Fe, Entre Ríos, y Buenos Aires.
Durante el verano de este año, la sequía y los incendios que se desarrollaron en grandes extensiones de la región del NEA provocaron severos daños sobre diversos cultivos, y las plantaciones de yerba no fueron la excepción. Momento en el cual desde la producción acusaron que, por los efectos climáticos, se llegó a perder hasta el 50% de la producción en diversas localidades del territorio provincial.
Caída del 30% en la yerba mateSobre la actividad yerbatera, el dirigente Orlando Stvass, tesorero de Coninagro y presidente de la Federación de Cooperativas de Corrientes, recordó que “padecimos el efecto de la sequía más fuerte en el verano hasta febrero. Recién a fines de ese mes comenzó la lluvia y tuvimos un buen régimen a partir de febrero hasta la fecha”. “Pero con la sequía anterior la pérdida fue muy importante en el noreste correntino y sur de Misiones. Estamos a punto de terminar la zafra y tenemos una pérdida del 25% al 30% de la producción total de yerba mate”, advirtió el cooperativista de Colonia Liebig y agregó que “por consecuencia de la sequía hemos perdido plantaciones nuevas que debieron ser repuestas a un costo muy alto”. Finalmente aseguro que “hubo mortandad de plantas que nos llevaron a una merma productiva en nuestra zona. En Misiones hubo más lluvias y tal vez pudieron recuperarse mejor. En invierno tuvimos un régimen más regular y eso nos dio un poco de aire fresco, pero debemos esperar 4 o 5 años para que los ciclos vuelvan a entrar en producción, siempre y cuando la primavera y verano vengan bien sin efecto de ‘la Niña’ otra vez”. |
Resto del país
Por otro lado, la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) estima un área sembrada de trigo de 5,9 millones de hectáreas para la campaña 22/23, 1 millón de hectáreas menos que en la campaña 21/22. En tanto que la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA) es algo menos pesimista, con una proyección de 6,1 millones de hectáreas para la campaña 22/23, 600.000 hectáreas menos que su proyección de la campaña 21/22.
Si se toma la proyección de la BCBA, y se mantienen estables los rindes, se podría esperar que la producción caiga 2 millones de toneladas respecto a la campaña 21/22, una reducción del 9%. Con un precio esperado a diciembre de este año de USD 333 por tonelada, el impacto sería de USD 666 millones. Si se toma la proyección de la BCR el impacto puede llegar a los USD 1.000 millones, según remarca el informe de Coninagro.
La Patagonia también atraviesa dificultades según describió Sergio Riskin, presidente de Primera Cooperativa Frutícola al señalar que “el norte de la Patagonia viene sufriendo una severa sequía, algo se ha aliviado este año por nevadas registradas en la cordillera, pero las lluvias siguen siendo insuficientes. Los bajos caudales de los ríos algo van a aumentar, el riego en las zonas frutícolas para la temporada que se inicia está asegurado pero el bajo nivel que registran los lagos de las represas hidroeléctricas llevará años recuperarlo”.
De esa manera, dentro de un escenario de extensa sequía y costos generales altos y en alza, es probable que los productores disminuyan el uso de insumos, principalmente fertilizantes. Para esto hay que tener en cuenta que un 29% de las empresas planean disminuir el uso de fertilizantes, según destacaron desde el Movimiento CREA.
Por otro lado, el sector de la ganadería también sufre por la menor disponibilidad de pasturas, lo que genera que los productores ganaderos deban enfrentar mayores costos para poder alimentar a los animales, al tener que incorporar fardos, silaje y maíz. Así, la menor disponibilidad de pasturas de los campos que provoca la sequía, también derivó en una mayor afluencia de animales a los feedlots, teniendo en cuenta que la Cámara Argentina del Feedlot informó que el nivel de ocupación fue del 71% en julio y 69% en agosto, más altas que los niveles de los últimos 2 años.