“No hay espalda financiera” para afrontar el aumento, se expuso ayer apenas estableció el Gobierno los primeros montos para los megavatios que se consuman entre septiembre y octubre, comprometiendo a al menos 1,6 millones de comercios.
El estreno de la quita de subsidios a los consumos energéticos encuentra en crisis a casi todos por igual y ya son varios los sectores que hacen fila para exponer sus penurias. Pero, al fin y al cabo, es siempre el ciudadano de a pie el que termina absorbiendo el varapalo… y esta vez será por dos vías.
Al advertir que “no hay espalda financiera” para hacer frente a la quita de subsidios al consumo energético, los comercios y las pequeñas y medianas empresas envían un mensaje a todos: primero, a los dirigentes, por el progresivo ahogo fiscal; pero también hablan a sus clientes que, en definitiva, serán los que deberán poner esa espalda para soportar los nuevos costos del comercio.
La inflación, un tema harto recurrente durante los últimos años, pone en evidencia la ambigüedad y la falta de lógica en las maniobras gubernamentales.
Y la de septiembre, se puede decir hoy, será atípica porque su incremento estará anclado a las tarifas de electricidad y gas residenciales, pero también a las comerciales que trasladarán la diferencia a las góndolas.
Es decir, todos incluso los que encajaron en el nivel 2, el que no sufre modificaciones, deberán afrontar las subas propias y las de los comercios y pequeñas y medianas empresas que cuenten con la espalda financiera suficiente para absorber los nuevos costos de la energía.
Cómo puede pretender entonces el Gobierno que la inflación baje, más allá de la necesidad de fortalecer el sistema energético. Es el drama de haber dejado que problemas fundamentales se desarrollaran durante años. Lidiar hoy con las consecuencias se torna complicado, de a ratos imposible.