Para tratar Trastornos de Conductas Alimentarias (TCA) el Centro Asistencial Manantial habilitó un consultorio que en la primera mitad del 2022 registró 120 atenciones. Actualmente tienen siete pacientes en seguimiento, con un equipo interdisciplinario para abordar una problemática compleja.
La nutricionista a cargo del consultorio, Valeria Da Luz, contó a PRIMERA EDICIÓN que “los pacientes llegan en casos críticos muy vulnerables, no al punto de internación hospitalaria, pero en riesgo clínico”. Como consecuencia de la pandemia y el aislamiento, indicó que “hablamos de personas con una importante pérdida de masa muscular y un contexto psicológico desestabilizado”.
En lo clínico, desde su habilitación en julio del año pasado indicó que registraron “muchísimas consultas. Después de la pandemia, vimos un alza en los casos y también un alto consumo en las redes. Está práctica está agudizando la problemática, al vender la cultura de la imagen ideal, la juventud eterna y la delgadez. Esto se traslada a los ámbitos escolares y también varias familias practican esta imagen”.
Respecto a la población, la nutricionista señaló que “los adolescentes son los más vulnerables y con quienes tenemos mayor cantidad de casos. Entre los casos de más pequeños, tuvimos el de un adolescente de 11 años”. Esta etapa de la vida “es la más vulnerable, donde comienza la búsqueda de un ‘yo’, donde los pilares de protección son: la familia, la escuela y los amigos”, agregó.
Sobre esta demanda, explicó que “tuvimos de forma espontánea y de muchas instituciones deportivas, así como de profesionales de salud que derivan pacientes tratados hasta cierto punto”.
En el ámbito deportivo, aseguró que “tiene muchos beneficios, pero puede tocar puntos débiles de pacientes con trastornos y puede generar un factor gatillo. Algunas disciplinas de competencia exigen descender de peso para una categoría y hacen por semanas dietas, con pesajes grupales. También áreas como la danza requieren un cuerpo esbelto, que no todos pueden sostener por la genética, contextura y porque cada organismo es particular”.
Da Luz compartió que las consultas semanales “son al menos una o dos relacionadas con desórdenes alimentarios. En la primera consulta, la escucha, que se hace con un médico clínico y psicólogo o nutricionista, se evalúa si se trata de un trastorno de la conducta alimentaria (TCA)”.
Para alcanzar el punto de desarrollar un TCA, la coordinadora del consultorio en Manantial detalló que se necesita “un contexto que lleve a eso, donde muchas veces tenemos estados emocionales donde los pacientes dejan de comer”. Además, recordó que “la mayoría de los pacientes con consumo problemático de drogas (cocaína, marihuana o pedra) experimentan períodos de anorexia o bulimia: cerca de un 70% de los pacientes internados”.
Actualmente en tratamiento “tenemos siete pacientes como grupo formado, que van rotando por todas las áreas que deben abordar esta problemática, como nutrición, clínica médica, atención psicológica o psiquiátrica”. Entre los puntos más importantes a trabajar, destacó “el abordaje familiar y los talleres conductuales, donde se trabajan rutinas diarias. Justamente en estos pacientes las rutinas diarias están desorganizadas o armadas por la patología”.
En este sentido, remarcó que “es muy necesario trabajar con las familias el área psicológica, porque a veces no comprenden la patología o lastimosamente las conductas de los padres hacen que los chicos tengan este trastorno”.
En cuanto a los casos críticos, detalló que en estos pacientes puede observarse “una pérdida de 10 kilos de peso en el transcurso de seis meses a un año; mujeres que llegan sin menstruación; con la aparición de vellos en la piel, característicos del desnutrido; caída de pelo; no poder regularizar la temperatura de manos y pies; mucho miedo a la comida; con cuestiones emocionales muy fuertes”.