¿Te pasa a veces que querés decir que “no” con toda tu alma y sin embargo terminas diciendo “sí”?
Muchas personas eluden el “no” como para quedar bien y adecuarse socialmente sin considerar el alto costo emocional que tiene ir por el camino contrario a lo que pensamos y sentimos.
Hay situaciones que a todas luces nos avisan su inconveniencia y la necesidad racional de un “no”. En esos momentos, ese “sí” que sale automáticamente puede acarrear incomodidades y hasta problemas.
No sólo afecta nuestra coherencia dejando de ser confiables, sino que, al no poner límites aceptando situaciones que nos exceden, ingresamos en terreno peligroso.
El “sí” automático suele resultar caro, por eso conviene apelar al “no”, un “no” salvador, en lugar de un “sí” que esclaviza y compromete”, un “no” que permita la creatividad.
No hay nada tan liberador como un “no” sereno, sencillo, amoroso y firme que te saque de encima eso que no querés.
Un “no” bien aplicado no sólo resulta estimulante para el desarrollo del ser sino que permite frenar a tiempo situaciones de las que tarde o temprano terminamos arrepintiéndonos.
Existe un enorme poder en el “no”. W. Ury nos habla del “no positivo”, un “no” que genera alternativas, un “no” que abre otros espacios en lugar de cerrar. Un “no” consciente -no automático- que permite considerar otros puntos de vista.
Para tomar conciencia respecto a un tema tan importante te invito a reflexionar si sos de esas personas que viven en clave “tengo que” -predispone al sí automático- y, de serlo lo reemplaces por el “elijo que” o el “quiero que” que son formas asertivas.
Partiendo de la base que para gestionar un conflicto con alguien que nos importa es esencial separar la persona del problema, siendo firmes con lo que queremos (problema/objetivo) y gentiles con la persona, el “no” positivo nos permite tomar decisiones asumiendo la responsabilidad que conlleva, sin lastimar a nadie.
Una manera de dar un “no positivo” es comenzar por un “si” a la relación (persona), antes del “no” a la propuesta puntual y cerrar con un “si” a la promesa de colaboración.
Por ejemplo: “Te agradezco la oportunidad, me encantaría hacer algo juntos (si), sin embargo en este momento no es lo que estoy buscando (no), sigamos en contacto para consolidar algo (si)”.
“Hiciste un gran esfuerzo y eso lo valoro muchísimo (si), aunque el informe no posee lo que requería para el proyecto en cuestión (no), podemos seguir conversando acerca de lo necesario para lograrlo (si)”.
Esta manera de decir que “no” conlleva una estructura: del sí a la relación al no al contenido y la propuesta a algo nuevo: SI-NO-SI.
La idea es tomar este pedido/invitación/propuesta al que decimos que no, para identificar cursos de acción que nos permiten canalizar constructivamente la misma.
La confianza es lo que marca la diferencia entre un sí en automático y un no asertivo y meditado.
El no positivo mejora relaciones y resultados, resulta clave teniendo en cuenta que es eso lo que nos permite avanzar en la vida.