Existen seres que son muy graciosos y muy queridos por todos sus amigos. Son muy divertidos; todo el mundo se ríe con ellos, y siempre te usan a ti o a otros para burlarse y reírse.
Pues bien, ese ser tan ameno tiene un enorme miedo al presente. Al momento del ahora que está viviendo. Entonces enmascara su ser para no mostrarse.
La máscara consiste en ser muy divertido y simpático, para que todo el mundo lo quiera.
Pero resulta que nadie ve que atrás de esa persona tan graciosa hay un ser lleno de miedos, que hace que los demás sean víctimas de su enmascaramiento.
Utiliza a los demás para ocultarse bajo una cortina de chistes dirigidos hacia la forma de ser, el cuerpo físico o la actividad de los demás.
Y esta persona puedes ser tú.
En muchas ocasiones, este tipo de conducta recorre un camino de dos vías. Por un lado eres víctima de burlas y por el otro haces exactamente lo mismo que hicieron contigo. Pasas de víctima a victimario.
Muchas veces los burlones y los que desprecian han sido muy burlados y muy despreciados en su niñez.
Es muy común que en casa se usen la risa y la burla como forma de comunicación. De esta forma, ese ser no se siente capaz de mostrarse a sí mismo. En este caso, lo que debemos trabajar de forma extraordinaria es la autoestima, tanto la del burlón como la del burlado.
Obsérvate en un espejo y fíjate bien donde estás. Puede ser que te encuentres en ambos lados.
Trabaja en ese presente tan temido. Sal del lugar donde te metiste y enfréntate a la vida tal cual eres, sin enmascararse detrás de personajes o de querer quedar bien ante los ojos de tus amistades. Recuerda que con tus gracejadas lastimas a los que están a tu lado y te destruyes a ti mismo.