En el Día Internacional de la Mujer en la Ingeniería, la ingeniera química Hilda Ester Páez recibió un reconocimiento de las autoridades de la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales de la UNaM por ser la primera mujer egresada de la carrera. Recibida el 17 de noviembre de 1970, se convirtió en la graduada N° 007 de la carrera de Ingeniería Química, que se dictaba en el edificio histórico de la FCEQyN, sobre calle Colón casi Sarmiento. La Facultad de Ingeniería Química es antecedente de la Facultad de Ciencias Exactas, Químicas y Naturales, creada en 1957.
Para homenajearla, un grupo de ingenieras de la FCEQyN, encabezadas por Graciela Gavazzo, organizó un acto y descubrimiento de placa con autoridades de la facultad, docentes, estudiantes, graduados y familiares de Páez. El acto se concretó el jueves 23 de junio en el aula magna de la casa de estudios, en coincidencia con el Día Internacional de la Mujer en la Ingeniería. “Sinceramente es un gesto que no me esperaba para nada, agradezco de todo corazón a todos”, dijo emocionada.
“Ver a mis compañeros de la década del 60 compartiendo este acto, es una alegría enorme”, recalcó, quien minutos antes, acompañada de sus colegas de la facultad recorrió las instalaciones del edificio central y del histórico, donde funcionaron los primeros laboratorios de la carrera creada hace 65 años.
“La alegría y la felicidad que me dieron no cabe dentro de mi pecho. Me hicieron inmensamente feliz con esos momentos. Pasaron varios días, pero los mensajes siguen llegando y eso me llena de satisfacción. Las cosas cuando más cuestan, más se disfrutan”, resumió.
“En mi familia siempre nos incentivaron que siguiéramos estudiando, que fuéramos profesionales, fue así que ingresé a Ingeniería Química que funcionaba en el viejo edificio, y ahora recuerdo esa época con mucho afecto, éramos muy unidos todos”, destacó la homenajeada.
“Este es un homenaje a Hilda, pero representa un homenaje a todas las mujeres de nuestra facultad. Con el tiempo aprendimos a ver cómo se fue incrementando la matrícula de mujeres en las distintas carreras. En este momento el 70% de los estudiantes de Ingeniería en Alimentos, son mujeres. En 1978, 80% eran hombres”, manifestó el decano de la FCEQyN, Luis Brumovsky, acompañado de la secretaria Académica, Celina Vedoya y de la secretaria de Investigación y Posgrado, Alicia Ares.
Andrés Linares, docente y exdecano de la FCEQyN, recordó los tiempos de estudiante y dijo que “Hilda era un pilar en la carrera”. También destacó a otras dos mujeres “que fueron parte muy importante de la carrera: Anita (Zayas) y Argentina (Fernández), que ya no están con nosotros”.
Las vueltas de la vida
Páez nació en Posadas en 1945, en el hogar constituido por Justino Páez y Anita Galarza, quienes “nos siguen bendiciendo desde el Cielo a mis hermanos Héctor y Horacio, y a nuestras familias”. Pasaron su infancia en localidades como Mbopicuá, Puerto Rico, Gobernador Roca, Ñacanguazú, Puerto Mineral, porque Justino pertenecía a Gendarmería Nacional, hasta que, en 1958, llegaron a Posadas, se radicaron en el barrio Belgrano, y sus padres abrieron un negocio en Cabred y San Marcos, en el corazón de Villa Urquiza.
En el Colegio Santa María, Hilda cursó el secundario y se recibió de maestra. Ejerció la docencia por uno o dos años en el Instituto Parroquial Inmaculada Concepción, pero “ni bien terminé el secundario mis intenciones eran seguir una carrera universitaria. Las posibilidades eran pocas y justo se dio que hacía poco se había abierto la Escuela de Ingeniería Química. La mayoría de los profesores venían desde la Universidad de Santa Fe, pero también tenían docentes que realizaban sus actividades en Posadas, como el farmacéutico Acuña, que tenía una farmacia en el centro”, recordó.
En 1964 inició la carrera universitaria en la Facultad de Ingeniería Química, que en esa época dependía de la Universidad Nacional del Nordeste (UNNE). Se graduó en 1970, y ese mismo año viajó a Corrientes para insertarse laboralmente. Allí, contrajo matrimonio con Jorge Isacc Romero, con quien tuvo dos hijos “maravillosos”: Jorge Marcelo y Carlos Rodrigo, también ingenieros químicos que, junto a sus esposas, Lilian y Marisa, le regalaron siete hermosos nietos: Victoria, Julieta, Valentina, Agustina, Santiago, Lautaro y María Paz.
El camino recorrido
Un total de 37 alumnos comenzaron el primer año y, como en toda carrera, a medida que se iba avanzando, iban quedando en el camino. “Es una carrera linda pero pesada, que requiere estudios como todas, además de dedicación, perseverancia, compromiso. Ingresé en 1964 y me recibí a fines de 1970, porque además de cursar las materias propias de la carrera había que hacer las prácticas en fábrica, proyectos, requerimientos que se pedían”, comentó.
“No sé cómo definir con palabras la felicidad que viví y recordaré siempre el haber estado con mis queridos compañeros de estudios: Roberto, Andrés, Navarrito, Viana, Bety López, Rubén Urquijo y a todos mis colegas que me acompañaron. Miles de gracias, lluvia de bendiciones para todos, y a los alumnos, pasantes, a seguir estudiando, es la mejor inversión que pueden hacer por cada uno de ustedes”.
Agregó que como su proyecto consistía en la industrialización de la leche (hacer yogurt, dulce de leche, crema, leche en polvo, leche pasteurizada), la práctica la realizó en Resistencia, Chaco, en una empresa que se llamaba “Lecherita”. Y la otra parte, la llevó a cabo en la vieja planta potabilizadora de Obras Sanitarias de la Nación (ahora Samsa), que estaba sobre la avenida Corrientes y Francisco de Haro, de Posadas. “Allí realicé un mes y medio de práctica, trabajando en la planta, en el laboratorio, y antes de recibirme uno de los profesores de la facultad colocó en el transparente un aviso convocando para trabajar en el laboratorio regional de Obras Sanitarias de la Nación. Vine antes de tener el título y seguí toda mi carrera. Las herramientas, lo que aprendí en las distintas cátedras de la facultad, lo fui aplicando a lo que era el proceso de potabilización de agua, control de calidad, no sólo de Corrientes, sino de Posadas, Formosa, localidades de Chaco que en esa época tenían servicio de agua potable”, manifestó. También había que hacer el control donde había planta de tratamiento de líquidos cloacales. “Los que tomaban agua de río como Posadas y Corrientes, también se hacía control de calidad del líquido” proveniente del Paraná.
“Todo eso me permitió ir conociendo, aplicando normativas de métodos que estaban estandarizados, y así fui creciendo y desarrollándome en el laboratorio regional, que fue como analista, después, en 1981, Obras Sanitarias de la Nación pasó a Corrientes como Administración Provincial de Aguas de Corrientes. Estuve diez años con la Administración Provincial y después, cuando se concesionaron los servicios (allá Aguas de Corrientes y Samsa, en Posadas) me quedé en el laboratorio, pero como gerente de calidad”, confió.
Al mismo tiempo, pudo hacer la especialidad en higiene y seguridad y, con eso, “iba abarcando calidad, seguridad y medio ambiente. En todo eso siempre está la ingeniería química, de una forma o de la otra”.
Eso permitió que después que se jubilara, en 2010, continuara trabajando como consultora en calidad, seguridad y medio ambiente, y “mi dedicación es hacer estudios de impacto ambiental donde también es muy importante todo lo que hace a los procesos, a las gestiones, a todo lo que nos enseñaron y siguen enseñando en las facultades. Y al haberse abierto ese abanico de carreras, estuvo muy bueno porque tiene mayor campo de acción”.
“Todo esto lo pude hacer por el gran apoyo y la contención de mis padres y hermanos, también a mi esposo y a mis dos hijos que son ingenieros químicos recibidos en Santa Fe. También mi nieta mayor está a punto de terminar la carrera de bioingeniería”, remarcó.