Seguramente habrás escuchado hablar de inteligencia interpersonal. ¿De qué se trata? De la capacidad de llevarnos bien con la gente. ¡Algo tan necesario por estos días! Pero todos contamos con otra clase de inteligencia, que es tan importante como la primera y muchos desconocen: la “inteligencia intrapersonal”.
Esta es la capacidad de llevarme bien conmigo mismo. ¿Alguna vez te has detenido a considerar cómo te llevás con vos mismo? ¿Podrías decir que sos la persona que mejor te conoce? ¿Sos consciente de tus fortalezas y debilidades? Mucha gente desconoce su mundo interior y levanta un muro alrededor de su vida para que los demás no los vean tal cual son.
Lo cierto es que, cuando no tenemos en claro quiénes somos, adónde vamos y con qué herramientas interiores contamos, corremos el riesgo de boicotearnos inconscientemente nuestro bienestar y nuestro futuro. ¿Sabías que casi todas nuestras limitaciones nos las imponemos a nosotros mismos? Por ese motivo, haríamos bien en tomarnos el tiempo para preguntarnos (y respondernos con sinceridad):
“¿Qué es lo que me está impidiendo crecer y avanzar en la vida? ¿Se trata de algo externo o se debe a que no conozco mi propio potencial? ¿Qué puedo hacer para cambiar esta situación?”.
La mayoría de los seres humanos en todo el planeta, incluso sin ser conscientes de ello, nos autolimitamos a través de las siguientes actitudes tóxicas:
-el miedo
-la tristeza
-la queja
-la envidia
-las excusas
-la comodidad
-la pasividad
-la inseguridad
Sea lo que sea que nos esté deteniendo, es muy importante darse cuenta de ello para poder hacer algo al respecto. A muchos les resulta más fácil (e interesante) poner el foco en las vidas ajenas; en lugar de realizar una mirada introspectiva. Solo cuando conectamos con nuestro ser interior, estamos plenamente habilitados para alcanzar el éxito.
¿Sabías que la manera en la que acostumbrás relacionarte con vos mismo será la manera en la que te relaciones con los demás? Algunos le echan la culpa a todo el mundo por aquello que no logran en la vida; pero, en la mayoría de los casos, es uno mismo el que atrae o aleja las oportunidades y permite que las puertas se abran o se cierren.
Los problemas que solemos ver como muy difíciles de solucionar no dependen del afuera, sino sobre todo de la actitud que adoptamos frente a lo que nos sucede. Como reza el dicho: “Todo es cuestión de actitud”. ¿Cuál es tu actitud frente a la vida? Te animo a trabajar en las áreas de tu vida que así lo requieran y a descubrir tu mejor versión.
Pase lo que pase alrededor y hagan lo que hagan los demás, vos y yo tenemos la capacidad de tomar las mejores decisiones y relacionarnos con todos con inteligencia.