Por estos días la estructura económica argentina volvió a dar muestras de un agotamiento extremo. Por cada medida que se adopta para aliviar una crisis, sobrevienen las consecuencias de otra en desarrollo. El sistema sigue interconectado, pero lo que jamás asomó fue un plan articulado. Ello demuestra que cuando se anda tan justo de todo, es imposible que sacando algo no se venga abajo otro aspecto.
Era evidente la necesidad de frenar la sangría de divisas. El país no produce dólares y, sin embargo, es más bimonetario que nunca. El problema fue la adopción de medidas que dejan desnudos otros aspectos de la crisis económica y la profundizan. Es difícil pensar que las últimas maniobras del Banco Central no tengan consecuencias directas en, por ejemplo, los precios.
Pero veamos cómo este tetris económico vuelve a traer malas noticias para los argentinos que poco tienen que ver con el dólar.
Contexto… el punto de quiebre fue quizás mayo pasado, cuando hubo una sensible retracción de la actividad económica respecto de abril. La dinámica de la crisis, que lleva meses en desarrollo, se aceleró notablemente desde entonces. Es necesario recordar que se llegó a ese punto luego de que se cerraran los accesos al mercado de financiamiento en pesos. Otra consecuencia evidente fue el fin de la calma cambiaria que en Argentina siempre es pasajera. A estas alturas nadie cree que se puedan cumplir las metas del acuerdo con el FMI que, de hecho, ya tuvo que ser recalibrado.
La reciente decisión de limitar los dólares para las importaciones fue la movida que marcó el derrumbe de un extremo y deja debilitados otros aspectos de la estructura económica. Al menos tres de las principales importadoras de alimentos decidieron suspender las ventas en el mercado interno hasta que tengan bien claro de qué se trata. “¿Qué precio le tengo que poner a la mercadería si pago en dólares a 180 días?”, se preguntan.
Lo que hay saldrá más caro.
Los movimientos del Gobierno vuelven a minar todo de incertidumbre y el impacto sobre los precios es irreversible. Así las cosas, será muy difícil que la inflación de junio quede por debajo de los cinco puntos como pretende el Gobierno.