El pasado domingo seis integrantes de una familia fueron hospitalizados tras registrarse un siniestro vial sobre la ruta nacional 12, entre ellos tres menores. La noticia pasó como uno de los numerosos siniestros viales más que se registran en la provincia, con heridos y fotografías que señalan los daños materiales.
Sin embargo, el contacto con las víctimas refleja la crudeza de estos episodios frecuentes y que, algunas veces y por obra del destino, no terminan en fatalidades. Este es uno de esos casos.
El domingo 5 de mayo pasado, hace hoy una semana, Sebastián López (30) salía de San Ignacio con destino a Posadas para llevar a su abuela de regreso a la capital provincial, ya que la mujer asistió al velatorio de su hija. Eran las 19 pasadas.
Sebastián iba al volante y a su lado su abuela, de 69 años. Detrás viajaba su esposa de 34 y que en esos momentos le estaba dando la teta a su hija menor de 2. En el automóvil, un Chevrolet Aveo, también iban otros dos menores, un varón (hijo de la pareja) y una sobrina de éstos.
En cuestión de segundos el destino de todos ellos cambiaría abruptamente. “Salíamos de San Ignacio para Posadas y ni bien subimos a la ruta (nacional 12) y luego de hacer 50 metros vi que venía un vehículo rápido, a alta velocidad, era un Toyota Corolla que entraba en la curva larga en contramano -como yendo para Puerto Iguazú-, le hice señas de luces y alcancé a frenar.Pero igualmente él me pegó de frente”, recordó Sebastián al salir del hospital local y en diálogo con PRIMERA EDICIÓN. Lleva muletas y cuenta que estuvo asistiendo a su esposa.
Ahora un familiar lo relevará en los cuidados a su pareja porque no puede estar mucho tiempo moviéndose. “Tengo las rodillas lastimadas, pero yo tuve suerte, mi abuela agoniza y mi esposa está en estado grave”, afirmó.
Ya un poco más tranquilo para hacer memoria respecto a lo sucedido aquel domingo, Sebastián cuenta: “Apenas vi el Toyota Corolla me di cuenta que venía en contramano, justo en ese sector yendo de Posadas a Puerto Iguazú es doble calzada, doble mano, él ya venía en la calzada nuestra y alcancé a frenar, porque fue lo único que atiné a hacer, ni siquiera tuve tiempo de tirarme a la banquina, es más, quizás si hacía esa maniobra iba a ser peor, me iba al barranco y terminaba ahí con toda mi familia adentro”.
“Sangre por todos lados”
“Tras el impacto no perdí el conocimiento, lo primero que hice fue sacar el airbag -los dos se activaron- y miré hacia atrás, por mis hijos y mi esposa. Les saqué el cinturón de seguridad, el cual todos llevábamos colocado, y me bajé.
Al descender del automóvil vi que detrás mío frenó un colectivo de pasajeros y que se puso en la banquina. Giré por detrás de mi vehículo y noté que mi hijo y mi sobrina bajaban también por uno de los costados, pero cuando abrí la otra puerta trasera vi a mi señora toda ensangrentada, sosteniendo a la beba en brazos. Había sangre por todos lados y ella no paraba de sangrar porque tenía lesiones en rostro y cabeza”, recordó Sebastián. “Llevame al hospital” me dijo.
“En eso mucha gente nos ayudó, hasta los pasajeros del colectivo y unos paramédicos de Garupá que justo pasaban por ahí y bomberos voluntarios de San Ignacio. Mi sobrina de 6 años, pese a que caminaba luego se supo que tenía fracturada la pierna izquierda. Los menores, sin contar esa herida grave y algunas magulladuras, por milagro no sufrieron peores lesiones”, expresó.
Respecto al otro conductor involucrado, Sebastián contó que “fue imprudente, venía en contramano y no se sabe qué pasó para que él haga eso, no sabemos si se durmió o qué le pasó. No dijo ni una palabra en ningún momento. Agarró el teléfono y daba vueltas alrededor de su automóvil. Sólo me dijeron que se llama Celso Antonio Bilau y que es presidente del club Alemán de Jardín América. No lo volvimos a ver, no se comunicó por teléfono y tampoco lo hizo a través de un abogado y tampoco envió al seguro.
“Mi abuela está en terapia intensiva, en coma inducido. Su estado es crítico y tiene un hematoma en los pulmones, se fracturó las dos rodillas, la muñeca izquierda y la tibia y peroné de una pierna”, relató consternado.
“Mi esposa salió del coma inducido el martes, le tuvieron que hacer neurocirugía para extraerle los huesos rotos del cráneo, donde sufrió hundimiento. Y tiene hematomas en los pulmones. Es un milagro que estén vivas las dos”, precisó Sebastián.
Además, lamentó que “de la otra parte no se comunicó nadie, no se acercaron al hospital. Pido que sea humanitario y al menos mande a la gente del seguro. Creo que siente un desprecio por la vida humana. Nos chocó y encima me contaron que se puso agresivo con las enfermeras en el hospital de San Ignacio. Es increíble el desinterés que tiene por otros seres humanos”.
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