La Escuela de Comercio “Santiago de Liniers” de Oberá viene con un deterioro paulatino de sus instalaciones. A pesar de los reclamos que datan de más de dos décadas, las tareas de mantenimiento nunca llegaron.
La actualidad expone que únicamente un nuevo edificio podría resolver la problemática y erradicar riesgos que día a día corre toda la comunidad educativa.
Un total de 700 alumnos en los tres turnos de funcionamiento de la institución, más el plantel docente directivos y no docentes, conforman la población de una de las escuelas históricas de la ciudad.
La copiosa lluvia de los últimos días visibilizó una vez más la situación: el ingreso de agua por filtraciones de techos compromete el sistema eléctrico y genera posibilidades de derrumbe, que ya se han dado.
“La situación se está agravando año a año y década a década. Las fisuras del techo se iniciaron hace más de veinte años y eso se trasladó hacia las aulas, porque se rajaron los techos que son muy antiguos”, explicó Miguel Paré, vicedirector de la institución.
“Hace 19 años que estoy y desde ese entonces, con la exdirectora Rosa Dolinski, hemos viajado casi semanalmente a Posadas a buscar ayuda por las condiciones edilicias. Siempre las respuestas fueron positivas, pero la realidad es que nunca llegaron”, detalló.
Actualmente en el predio también funciona Supervisión Escolar, que tiene a su edificio en construcción, obra que también demandaría un año, pero ya van casi tres del inicio. “La situación es alarmante. Contamos con los trámites hechos también por la Supervisora, pero seguimos en la espera. Ahora llega la época invernal y ya son cinco aulas que tienen filtraciones graves. Se nos complica, tenemos una gran responsabilidad, aunque ya no nos corresponde porque venimos denunciando hace mucho tiempo, pero que está en juego la seguridad de los chicos y docentes”, señaló Paré.
“Un agravante más es que el sanitario de varones cuenta con una losa, donde hace veinte años se inició la fisura, con goteo permanente. La losa corre riesgo de desplomarse. La fisura llegó a la sala de profesores, yendo hacia las oficinas”.
La última visita de técnicos enviados por las autoridades pertinentes fue en marzo. “Tomaron imágenes, hicieron un nuevo informe. En resumen lo único que resta es un edificio nuevo. Fue tanto el daño con el correr de los años, que arreglar de un lado, se rompe del otro. Únicamente arreglos de fondo serían la solución. Lo más importante a tener en cuenta es el riesgo de los chicos. Ya sufrimos caídas de parte de la estructura, por suerte siempre ocurrió cuando no estaban los alumnos, pero el temor está. Sumado a las condiciones laborales que reclama toda la comunidad educativa. Hacemos lo que podemos, todo lo que está a nuestro alcance, pero es muy grave lo que pasa”, sentenció el directivo.